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viernes, 11 de julio de 2014

Cagliostro, Roberto Gervaso

La amistad se cimienta en pequeños gestos que la engrandecen. Este libro me lo regaló una amiga y lo guardo con el cariño y simbolismo de las actos bellos, premeditados y emotivos.
El personaje histórico de José Balsamo, como tantos otros, ha llegado hasta nosotros por el tamiz de artistas que lo interpretaron a través de sus novelas, sus composiciones teatrales, musicales o cinematográficas.
Alejandro Dumas padre e hijo, Goethe, entre otros, se apropiaron del hombre para convertirlo en literatura y producto de ficción, transmitiéndonos la particular visión de sus peculiares andanzas.
Pero a José Balsamo o Alejandro Cagliostro se le puede adjetivar de vividor, falsificador, proxeneta, visionario, intelectual, médico, curandero, alquimista, químico, adivino, mago, masón, estafador, viajero, loco, para-psicólogo, orador, medium, místico, cínico o caradura, pero ninguno de estos adjetivos, por si solos, le hacen justicia. Todo lo que se conoce sobre él está tiznado de suposiciones. Una personalidad única y oscura, atractiva y excesiva.
José Balsamo (Palermo 1.743 San Leo 1.795) fue, sobre todo, un individuo peculiar fruto de la época en la que vivió, intenso conocedor de la Europa de finales del siglo XVIII. La trashumancia del personaje por la geografía del continente habla de su inquietud viajera: Palermo, Mesina, Roma, Genova, Marsella, Barcelona, Santiago de Compostela, Lisboa, Madrid, Londrés, Venecia, Nápoles, Tunez, Argel, Tanger, Cadiz, Canterbury, Dover, París, Malta, Tolón, Bruselas, Lieja, La Haya, Amsterdam, Mitau, San Petersburgo, Estrasburgo, Basilea, Burdeos, Passy, Boulogne, Turín, Milán, Verona, Trento.... Se fue desplazando asentándose, cada vez con mayor consolidación y éxito, en los salones aristocráticos, de alguna de estas ciudades, exhibiendo sus dotes como orador, vidente, curandero, medium, alquimista, químico, o masón. En esos entornos propicios para un individuo como éste, ávido de seguidores, fue moldeándose como individuo, reintepretando su personaje y la puesta en escena de sus vistosas “representaciones”, a medida que ampliaba y perfeccionaba sus conocimientos en química, alquimia y medicina.
Pero sobre todo, asombra comprobar en las páginas de este libro, su espíritu autodidacta. Fue evolucionando, desde el mediocre aire montaraz del comienzo de sus tropelías, hasta convertirse en un diletante admirado y acogido por nobles de la época, como aderezo de sus salones culturales. Al final, convencido de su propio mesianismo, incapaz de asumir su derrota, creyó sus propias falacias, hasta que la enfermedad le postró en una dolorosa decadencia hasta su muerte.
Pero no es una mera biografía, es un libro que te sumerge en la Europa de la Revolución Francesa. Nos descubre una sociedad en ebullición en la que se conjugan el auge por el interés en los descubrimientos científicos y la charlatanería de visionarios como José Balsamo. Pequeñas y grandes cortes donde periclitaban las dinastías y se lucraban de los despojos palaciego los acólitos del poder soberano.
El episodio del Collar de la reina María Antonieta, inspirador de numerosas obras de ficción y de estudios históricos de suculento contenido, merece un tratamiento especial en la obra. Aunque sólo fuera por este capítulo, compensaría la lectura del libro. El enfoque en este apartado está centrado en la participación de Alejandro Cagliostro, como personaje emergente pero incómodo da la corte versallesca. Pero lo novedoso es la aportación en el libro de textos procesales de las demandas y de los escritos de defensa elaboradas por los abogados de las partes en floridos alegatos para exclupar a sus clientes implicados, donde se descubre la retorcida trama en la que participó este individuo y que supuso la caida en desgracia y el destierro de la corte borbónica. Rohan, C. Juana Valois de la Motte, los joyeros de la reina Bohmer y Bassenge, Villette, un rocambolesco suceso que Alejandro Dumas interpretó en su novela como el detonante de la revolución francesa, para releerlo una y otra vez.
Hace además un profundo examen de la masonería, señalando la transcendencia de ésta institución sin la que no puede entenderse el siglo de las luces.- Analiza las distintas logias existentes y sobre todo en aquellas en la que Alejandro Cagliostro tuvo acomodo intentando convencer incluso al mismo Papa de aplicar el ritual masónico egipcio en ceremonias religiosas católicas.-
Nos describe también un cuadro apasionado y veraz de la ciudad de Roma, adormecida en un medievalismo secular, donde las simonías y el atraso la hace languidecer ajena a la velocidad de los cambios tecnológicos, científicos y sociales. Balsamo será víctima de la Inquisición, ese atávico Tribunal aún subsistente bajo formas procesales eclesiásticas, cuya jurisdicción se extendía en ocasiones, como en su proceso, al ámbito civil
Un buen libro que nos acerca a un personaje y a un mundo extinguido pero fascinante, saturado de talento, felonía, descaro y erudición.
Un libro interesante que demuestra como llegar con pequeñas personalidades al interior de la gran historia.-

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