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martes, 3 de junio de 2014

Kafka en la orilla, Haruki Murakami

Haruki Murakami es un autor japonés nacido en 1949 y muy conocido en todo el mundo por su numerosa bibliografía entre la que se encuentran los ya reseñados en este blog «Tokio Blues» y «1Q84». Se inició en el mundo laboral como vendedor en una tienda de discos pero, en 1986, tras el éxito cosechado por su novela «Norwegian Wood» dejó Japón para vivir en Europa y América, aunque regresó en 1995 tras el terremoto de Kōbe, ciudad en la que había pasado su infancia. Por la fibra que me toca, Murakami es corredor y triatleta que entrena a diario, por lo que se conserva en muy buena forma para su edad, habiendo completado ya varios maratones. Sus experiencias en este terreno están plasmadas en su libro «De qué hablo cuando hablo de correr».A la espera del Nobel, colecciona premios literarios a lo largo y ancho del mundo, siendo una de sus características más notables el ser extremadamente celoso de su intimidad y alejarse de toda popularidad, por lo que rara vez concede entrevistas a los medios. Como reza en la reseña de su editorial en España, «en su obra más reciente, de finales de 2013, "Los años de peregrinación del chico sin color", de la que se vendieron en Japón un millón de ejemplares pocas semanas, Murakami ofrece a los lectores una bellísima novela sobre la amistad, el amor y la soledad de aquellos que todavía no han encontrado su lugar en el mundo».

En el relato dos historias transcurren paralelas. Sus protagonistas principales son Satoru Nakata y Kafka Tamura. Al final, las historias confluyen sin coincidir en la persona de la señora Saeki. Satoru Nakata sufrió de niño, junto con sus compañeros de excursión escolar, un episodio que los dejó en coma y que nunca se aclaró en tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Sus compañeros se recuperaron normalmente pero él pasó de ser un alumno brillante a convertirse en una persona incapaz de leer y escribir, aunque desarrolló una filosofía de la vida muy especial, desde su capacidad de hablar con los gatos y sus habilidades como ebanista. En la búsqueda de un gato desaparecido en el vecindario, llega a la casa del señor Tamura, reputado escultor, al que se ve obligado a asesinar en contra de su voluntad y en unas circunstancias extrañas si quiere recuperar el gato desaparecido. Tras estos hechos, emprende un viaje en busca de una piedra mágica que le permitirá «abrir y cerrar la puerta», siendo ayudado hasta el final por un camionero, el señor Hoshino, que de considerarle loco en los primeros momentos llega a aprender muchas cosas de él. Nakata cumple su misión tras contactar con la señora Saeki en la misma biblioteca donde reside el otro protagonista, Kafka Tamura. Este, que había sido abandonado cuando era muy pequeño por su madre y por su hermana, se escapa de casa el día de su quince cumpleaños ante el nulo control que sobre él ejerce su padre. En su deambular llega a Takamatsu, donde conoce a Oshima, encargado de una biblioteca chiquitita y especial que le entiende y le da cobijo y trabajo. La directora de la biblioteca es la señora Saeki, una misteriosa mujer mayor, que bien podría ser su madre. Los días pasan entre sueños y realidades haciendo crecer la hipótesis de que la señora Saeki es su madre. Buscado por la policía por la muerte de su padre y su ausencia de casa, Oshima le protege y le traslada a una lejana cabaña en un bosque donde tienen lugar acontecimientos cuasi mágicos que casi encajan el puzle mental de Kafka, que conseguirá retornar a la realidad y enfrentarse a la misma.

El propio autor manifiesta que «cuando escribo sobre un personaje de quince años, regreso a la época en la que yo tenía esa edad. Es como una máquina del tiempo. Puedo recordarlo todo. Sentir el viento, olfatear el aire. Muy real. Muy vívidamente».

Como ocurre en otras novelas de Murakami, el «autor oriental más occidental», la realidad y la fantasía caminan juntas a lo largo del relato, con una explosión final que me ha resultado muy difícil de digerir. El propio autor dice de esta novela que «es una serie de acertijos sin solución, retando a cada lector a encontrar la suya». Sus 197.000 vocablos auguran antes de empezar muchas horas de buena lectura que, conociendo la fácil prosa de este autor que te envuelve de manera especial, serían de lectura placentera. Al igual que ya me pasara con «1Q84», este relato me ha mantenido interesado hasta que comienza el desenlace final, momento en que se me ha esfumado todo lo que de bonito podía tener la historia. Un final que me ha parecido muy extraño, una entelequia surrealista con elementos y seres mágicos que seguramente algún lector encontrará sublimes pero que a mí me ha dejado completamente chafado. Será que mi capacidad para entender determinadas situaciones poco verosímiles no da más de sí.

Algunas frase entresacadas del libro…-
Mi cabeza se había vaciado por completo, igual que una bañera cuando le quitas el tapón. Antes de aquel percance, Nakata sacaba siempre muy buenas notas. Sin embargo, cuando abrió los ojos aquel día, Nakata se había convertido en un idiota.

...el mundo está lleno de cosas que todavía no he visto.

—«El puro presente no es sino el fugitivo progreso del pasado royendo el futuro. A decir verdad, toda percepción ya es memoria.»

—Un recuerdo es algo que te caldea el cuerpo por dentro, pero que, al mismo tiempo, te desgarra por dentro con violencia. Nakata sacudió la cabeza. —Es una cuestión muy complicada, eso de los recuerdos. Nakata todavía no lo acaba de entender. Nakata sólo entiende bien el presente.

—Sin embargo, a mí me parece que tú eres lo más extraordinario de todo, abuelo. Sí, sí, tú. Y si me preguntas por qué digo que lo más extraordinario eres tú, pues porque tú haces cambiar a las personas. Sí, hablo en serio. Tengo la sensación de haber cambiado muchísimo a lo largo de estos diez días. Es decir, que mi manera de ver las cosas no es en absoluto la misma. Sin ir más lejos, una música que antes no me decía nada, ahora, ¿cómo te lo explicaría?, pues ahora me llega hasta el fondo del corazón. Y, además, todas estas cosas, pues, no sé cómo decirlo, pienso que me gustaría hablarlas con alguien, con un tío que entendiera de eso. Y a mí algo así no me había pasado nunca en la vida, ¿sabes? Soy distinto. Y si me preguntas por qué me ha pasado eso, pues es porque he estado a tu lado, abuelo. Y porque he empezado a observar las cosas a través de tus ojos.
Una de las componentes del Club de Lectura en el que hemos tratado este libro, gracias Gema, se ha molestado en hacer un recopilatorio descriptivo de las comidas que aparecen en el libro en un archivo pdf disponible en este ENLACE así como buscar en la red enlaces a la música de este libro.

Prince, Little red corvette
Sexy motherfucker
Radiohead: Kid A
Cream: Crossroad
John Coltrane: My favorite things
McCoy Tyner: Solo de piano
Mozart: Serenata K 320 "Posthorn"
Mi chiamo Mimi
As time goes by
Trío del archiduque: BEETHOVEN Trio op.97 "Archduke" 1st mov.(1/2)
Haydn Violin Concerto No 1 C major

1 comentario:

  1. Murakami me hace las travesías tan agradables que no me importa mucho dónde me desembarca. Este libro no lo he leído, anotaré ese final que te ha dejado chafado para que no me pille los dedos.

    Gracias y un saludo

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