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martes, 22 de octubre de 2013

El sanatorio de oficiales, de Ricardo Ruiz de la Sierra

Publicado en 2012, se trata del segundo libro de este autor, Ricardo Ruiz de la Sierra, que lucha denodadamente por hacerse un hueco en la literatura actual, concibiendo todo lo posible y lo imposible, tras escribir sus libros, por verlos maquetados, corregidos y puestos en las manos de los lectores, vamos, aquello de «Juan Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como» Sus otros dos libros, «La triste reina» publicado en 2001 y «El funcionario prudente», publicado este año, han sido comentados en el blog y se puede acceder a ellos a través de los enlaces. Ricardo, de profesión veterinario, anda por el mundillo literario presentando sus libros y participando activamente en tertulias y ateneos como actividades complementarias a sus escritos.

«El sanatorio de oficiales» está concebido como obra teatral, por lo que contienen escuetas anotaciones acerca de cómo configurar el escenario, elementos y luces, para su representación, pero puede ser leído como una novela. La acción tiene lugar en 1946, nueve años después de acabada la Guerra Civil Española en un sanatorio ubicado en un lugar no especificado en, o cerca de, la malagueña localidad de Ronda. Entre otros enfermos, Francisco, capitán del ejército español del lado vencedor, está recuperándose de una tuberculosis. Medio en sueños, medio en vela, mantiene conversaciones con una enfermera, consigo mismo y con dos «fantasmas» que les escuchan y que son su suegro José, al que no llego a conocer en vida pues fue fusilado al comienzo de la contienda y un fiscal al que le ocurrió lo propio pero al final de la misma. En estas conversaciones rememora su niñez manchega, su oposición al cuerpo de Telégrafos y cómo llegó sin quererlo y presionado por su teniente a convertirse en alférez al serle sorprendido el Alzamiento cuando realizaba el servicio militar obligatorio en Melilla. Durante su estancia en el sanatorio, una enfermera le atiende, le consuela y le escucha sus cuitas y desvelos, ofreciéndole su apoyo y su comprensión en una feroz lucha interna por poner en orden sus pensamientos y sentimientos. Al final, como es «marca de la casa» en los libros de este autor, un giro a todas luces inesperado nos sorprenderá a buen seguro.

Librito de apenas veintitrés mil vocablos que se lee en un suspiro. El autor no se entretiene en florituras y expresa multitud de ideas y datos concernientes a los hechos más relevantes de la Guerra Civil y sus antecedentes. En un tono absolutamente conciliador, narra diferentes hechos ocurridos engarzados a través de la vida de los tres personajes de la obra: un capitán del ejército vencedor, un patrono católico representado en la figura de su suegro y un fiscal que además fue magistrado y político. Si no conocemos con detalle datos de aquella pelea entre hermanos, este libro nos puede venir muy bien para asentar unas cuantas ideas que nos sirvan de base para indagar más en estos luctuosos hechos en los que perdieron todos, vencedores y vencidos. Es bueno conocer la historia para prevenir que se repita. Por otro lado y como es también costumbre en este autor, embebidas en el texto podemos encontrar numerosas reflexiones humanas y psicológicas que nos darán que pensar.
… charlamos, siempre de lo mismo: de la guerra, supongo que es una forma de poner mis recuerdos en orden, mis contradicciones y mis dudas, lo que pasa es que a veces creo que ellos tienen vida propia, como los personajes de una novela que se les escapan al autor, a mí me cuentan cosas que yo desconozco.
Capitán- Pues conmigo has hecho mucha labor de psicóloga.
Enfermera- O de charcutera, con eso de las penas al sol como los jamones. (Él rió). Bueno ¿y esos dos fantasmas que te han visitado?
Capitán- Ahora que los nombras, esta noche he soñado con ellos, y que tenía doce hijos.
Enfermera-¡Qué barbaridad!

1 comentario:

  1. Muy apetecible su lectura. Me encanta las obras teatrales. Y los recuerdos.

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