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miércoles, 30 de octubre de 2013

No todos moriréis, Antonio Jareño

@ajareno La disponibilidad de este libro en formato electrónico al exiguo precio de 0,89 euros para sus aproximadamente 340 páginas o 133.000 vocablos, amén de numerosas y positivas opiniones de lectores me hizo decidirme a iniciar su lectura. Confieso no ser aficionado a este tipo de lecturas, que se ha dado en llamar «de novela negra» porque al acabar la lectura siento como que he perdido el tiempo al no dedicarle a leer otro tipo de lecturas que me pueden aportar más conocimiento. Pero para gustos hay colores y la proliferación de libros de este corte de autores noveles como es el caso que nos ocupa deben de tener su hueco y por otro lado tampoco está de más darse un caprichito y pasar un rato entretenido, muy entrenido, sin comerse el «coco» con disquisiciones profundas. Antonio Jareño, profesor de filosofía de la Pública, hace su incursión en el mundo de la novela tras algunos relatos breves premiados en algunos concursos, según puede leerse en su página web. En esa misma página y por si tenemos alguna duda antes de decidirnos por la compra del libro a «tan alto precio», podemos descargar de forma libre los cinco primeros capítulos.

La historia es de las de «toma pan y moja». Andrés, un empleado de banca murciano a la búsqueda de unas extracciones monetarias de la cuenta de una anciana en un cajero automático, presencia una escena extraña a través de las cámaras de seguridad, en las que se aprecia como una persona es apuñalada pero sigue vivita y coleando. Al poco tiempo, el compañero y amigo que le ha mostrado las imágenes es asesinado. Paralelamente, un sacerdote de Yecla aprecia entre sus feligreses personas que ya estaban hacía muchos años y que deberían estar muertas. En otras partes del mundo, como Islandia y EE.UU. grupos de poderosos y una sociedad clandestina de médicos está buscando como lograr la inmortalidad. Todo este conglomerado entra en ebullición y acaba explotando en Berlín con espías que son espiados, tecnología punta, internet, «hackers» y toda la modernidad que nos podamos imaginar y más. Al empleado de banca y el cura murciano se les une en Berlín una doctora española en prácticas y entre los tres corren sus peripecias a una búsqueda que no tienen muy clara basada en el fondo en la teoría del «Judío Errante», que lleva dos mil años en este mundo y no morirá nunca. El propio autor resume en un momento el estado de la cuestión con los ingredientes de esta historia: «Una antigua carta, un vídeo, unos mártires, un asesinato, una empresa que vende juventud, un extraño prisionero que muere varias veces y que quizá sea el mismo que aparece y desaparece por las fotografías. Un sacerdote, un empleado de banca y una médico dando vueltas por Berlín perdidos en un laberinto en el que cada paso que daban parecía confundirlos más». Al final la historia avanza de forma vertiginosa con hechos que ocurren a toda velocidad en varias partes del mundo y que llevan a un final que no se puede desvelar para no quitar la magia al relato.

Insisto en que no soy «fan» de este tipo de novelas, pero esta me ha entretenido mucho. Las dosis de fantasía e inventiva están en su justa medida y hacen que el tejido de la historia sea plausible dentro de un orden. Y además bien escrita y sin faltas reseñables de ortografía para lo que parece una autopublicación del propio autor. Los saltos de la acción de un lugar a otro del mundo, la psicología de los personajes, la dinámica de la acción, las dosis de intriga y la ambientación histórica están muy conseguidos y permiten seguir el relato casi con ansia de llegar al desenlace. Mi consejo es que no se empiece a leer si no se quiere quedar enganchado y con ganas de acabarla cuanto antes. Yo, que intento ser muy «geek», he quedado sorprendido con algunas artimañas empleadas por los personajes en el uso de las tecnologías y teléfonos móviles que bueno es conocer, bien para emplearlas o bien para evitar que las empleen con uno. Por otro lado, aspectos humanos muy en boga hoy en día como el ansia de poder o el «cambio de chaqueta» entre otros están presentes en la novela e invitan a la reflexión personal. La acción en la salchichería berlinesa donde se encuentran todos para jugar al ratón y al gato está muy gratamente conseguida. Toda comparación es odiosa y más en términos inmedibles como la literatura, pero no tiene nada que envidiar a otras más famosas que han obtenido el respaldo mundial y que omito mencionar aunque están en la mente de todos. Me atrevo a pensar que con un buen guión resultaría una excelente y entretenida película. Mis felicitaciones al autor.

martes, 29 de octubre de 2013

Carta al general Franco, de Fernando Arrabal

Fernando Arrabal es una de las leyendas vivas de nuestro tiempo. A sus ochenta y un años, sigue activo con una clarividencia y una fuerza arrolladora que contagia a quienes le escuchan. Tuve oportunidad de estar presente en su intervención la pasada semana con motivo del «VI Getafe Negro» y quedé maravillado e impresionado de la viveza y profundidad de su comunicación. Nacido en Melilla en 1932, fue sorprendido a corta edad por el Alzamiento Nacional que le separó de su padre y que marcó su vida para siempre. En 1955 marchó a vivir a París. Considerado un muy buen escritor de teatro, su obra ha sido representada profusamente en todo el mundo y poco nada en la tierra que le vio nacer. Amigo de artistas ya desaparecidos de la talla de Dalí, Warhol, Kundera, Picasso, Topor, Breton… sigue deleitando a la audiencia con sus interesantísimas disertaciones sobre la «vida». Ha dirigido siete películas, incluido un premio Pasolini y publicado multitud de libros de todo tipo.

El libro que nos ocupa es en realidad un carta dirigida por el propio Arrabal al general Franco el dieciocho de marzo de mil novecientos setenta y uno, cuatro años antes de la muerte de la persona que regía los destinos de España desde treinta y cinco años antes. En ella muestra sus pensamientos en un tono conciliador y refleja hechos acontecidos en España a lo largo de tantos años tratando de tocar la fibra sensible del dictador. Son poco más de cien páginas con una letra enorme que se leen en un santiamén y que contienen ideas e informaciones interesantes sobre el pensamiento del autor en aquellas décadas. El mejor resumen pudieran ser una serie de frases entresacadas del texto que se reproducen más abajo. El veintinueve de febrero de mil novecientos setenta y seis, meses después de la muerte de Franco, el periódico «Arriba» definía a Fernando Arrabal como «indudablemente, el más prohibido de los prohibidos», pues figuraba en una exigua lista de cinco nombres junto a Carrillo, Pasionaria o Líster.

¡Cuánta ceniza, cuantas lágrimas, cuanta muerte lenta entre funerales de chatarra al son de campanas podridas!

Durante semanas, y meses, y años y ya sin la excusa de la guerra, en plena paz, el aparato represivo a sus órdenes siguió condenando y matando a miles de españoles…

En España sobran los justicieros armados hasta los dientes, los inquisidores, los jefes implacables que tienen razón y quieren imponerla a los demás, si es necesario, por el fuego y por la sangre.

Había que mentir, que vivir en el engaño, había que rezar y comulgar para conseguir una plaza de portero en un Ministerio o dar vivas a la Revolución Nacional Sindicalista para poder vender cigarrillos de mutilado en una plaza de Madrid.

La luz encarcelada y la ilusión destruida

Así se nos quiso meter en la cabeza: la religión, la patria, el franquismo, a «cristazo» limpio

Si nadie critica… ¿Cómo se puede progresar?

Le voy a decir algo triste: su España de hoy no solamente me quitó la salud, mi padre, mi lengua, sino que incluso me quita a menudo mis amigos, que dejan de verme o escribirme para no tener dificultades.


viernes, 25 de octubre de 2013

La historia de mi máquina de escribir, de Paul Auster.

La historia de mi máquina de escribir, Paul Auster.
Editoria Seix Barral, 2013.
Ilustraciones de Sam Messer.
Tapa dura.64 páginas.12,95 Euros.

            Utilizo el teclado de mi ordenador portátil Toshiba para escribir esta entrada sobre el libro de Paul Auster La historia de mi máquina de escribir, escrito por el autor –cómo no –con la misma máquina a la que se refiere el título y que encontramos retratada por Sam Messer en la portada: una Olympia
           

            En el año 2000, la Olympia y Auster cumplieron veintiséis años de relación, y si las cincuenta cintas que compró el escritor para la máquina, en su papelería de Brooklyn –preocupado por si se quedaba sin las cintas, por si se extinguían – le siguen durando, entonces cuando escribo este post, ellos llevan ya 39 años de convivencia. Una relación que se remonta al año 1974, cuando un antiguo compañero de la Facultad se la ofreció en un momento en el que Auster no tenía dinero para hacerse con una. Desde entonces la máquina de escribir Olympia le ha acompañado a todas partes, y ha seguido en pie sin apenas quejarse por nada (un gritito al arrancarle el hijo de Auster la palanca de retroceso del carro, cambios de cinta, alguna cicatriz, abolladuras…), y sobreviviendo a la llegada –que se quitó del medio a tantas y tantas máquinas de escribir –de los ordenadores. Yo empecé a  parecer un enemigo del progreso, el último pagano aferrado a las antiguas costumbres en un mundo de conversos digitales. p.28-29.


            Esta  Olympia podríamos decir que es una más de la familia –alguien más y no algo –gracias a los retratos que ha hecho de ella Sam Messer, que en cuanto la vio en la casa del escritor se enamoró. Unos retratos que luego le sirvieron a Auster para hacerse más consciente de ella. Nos cuenta: Los cuadros están ejecutados con brillantez, y me siento orgulloso de mi máquina de escribir por haberse constituido en tan valioso tema pictórico, pero al mismo tiempo Messer me ha obligado a ver de otro modo a mi vieja compañera. Aún me encuentro en pleno proceso de adaptación, pero, ahora, siempre que contemplo esos cuadros (tengo dos colgados en la pared del cuarto de estar), me resulta difícil pensar en mi máquina de escribir como un eso. Sin prisa pero sin pausa, eso se ha convertido en ella. p.42.


            Y mientras leemos la historia que ha escrito Auster sobre su vieja amiga y contemplamos las ilustraciones que la acompañan de Messer, empezamos a sentir que esa máquina tiene vida propia.

            Y nos acordamos de una frase de La montaña mágica de Thomas Mann: aquella pieza, que pasaba de generación en generación sin que el tiempo pasase por ella. Y se nos ocurre que quizá esa máquina –como la radio de mi abuela, o los cuatro pequeños volúmenes de El Quijote de mi abuelo –también pase de generación en generación; y seguramente nosotros nos iremos antes que esa radio, que ese Quijote, y que esa máquina de escribir que seguirá ahí cuando ya no estemos, aunque no sabemos si sirviendo con sus teclas para contar otras historias o bien observando toda silenciosa desde algún desconocido lugar. 

            Pero sí –y discúlpenme esta debilidad –a veces una cree que ellos tienen vida propia.

Patricia L.D.

Paul Auster ya ha sido reseñado en más de una ocasión así que no necesita presentación.

Sam Messer ha expuesto sus pinturas desde 1983. Sus obras se encuentran en numerosos museos y colecciones privadas de todo el mundo, entre ellos el Museo Whitney de Arte Americano y el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. Su libro anterior, One Man By Himself: Portraits of John Serl, fue publicado por Hard Press en 1995. Vive en Santa Mónica, California, con su hija, y enseña en la Universidad de Yale. 

La noche de los peones, Esteban Navarro

@EstebanNavarroS Tenía pendiente entre mis lecturas el que yo creía único libro de este autor, «La casa de enfrente» cuando ayer tuve la oportunidad de conocerle personalmente como invitado en una mesa redonda moderada por Lorenzo Silva organizada bajo los auspicios del «VI Getafe Negro», que versaba sobre «Asuntos internos: la policía ante la corrupción». Allí quedó claro que Esteban Navarro contaba con ocho libros en su haber y puedo dar testimonio de su intervención, valiente y comprometida, en una asunto tan espinoso como es el tema de la corrupción en los cuerpos policiales. A la salida, en un breve intercambio de palabras ante mi pregunta acerca de cuál de sus libros me recomendaba leer, su respuesta fue clara y concisa: «el último, siempre el último». Con ello, al llegar a casa y tras unos golpes de ratón a los pocos segundos tenía este libro, que ha sido publicado este mes y al increíble precio para una novedad de 2,84 euros, presto y dispuesto en mi «e-reader» para disfrutar de su lectura a lo largo de la tarde noche.

Toda la acción tiene lugar en una noche, concretamente la del martes o miércoles diecinueve o veinte de octubre de dos mil diez. Andrés Hernández es un policía nacional veterano adscrito a la sala del 091 de una comisaría de Huesca. Al comienzo del turno de noche se produce una llamada de un hospital donde le comunican que ha fallecido un «yonqui» que había manifestado ser amigo suyo y preguntado por él. Andrés se persona en el hospital, enfadado por no haber sido avisado con anterioridad, donde confirma conocer al finado, un amigo de infancia y adolescencia en su lugar de residencia en la costa catalana, pero al que no había visto desde las navidades de 1994. Le entregan una bolsa con sus pertenencias donde lo único que puede servir de pista es una fotografía polaroid de una mujer joven y sonriente tomada en un lugar indeterminado de la costa catalana. En prácticas en esa comisaría se encuentra Diana Dávila, joven de veintiún años con mucha vida a sus espaldas y también nacida y criada sin padre en una localidad cercana a la de Andrés en la costa catalana. A lo largo de la noche, entre muchos cafés y cigarros, de forma individual o conjunta, continuos «flashbacks» nos cuentan la vida y andanzas de ambos y del fallecido así como diversos episodios reales ocurridos por aquellos años en España: ¿se acuerdan de el Nani? La noche avanza sin que Andrés pueda hacer nada por averiguar más cosas y sobre todo la razón que ha traído a su antiguo amigo a venir a verle a él, precisamente, a Huesca, poco antes de morir. Una llamada desde un albergue de mendigos aporta una nueva bolsa de plástico con enseres del muerto, entre los que figura un teléfono móvil muy antiguo con seis números en la agenda que tampoco permiten aclarar nada. Resignado a esperar la llegada del nuevo día, Andrés ha dejado en un descuido la foto de la joven sonriente en la mesa, lo que provoca un acertado comentario de un compañero que desencadena toda una serie de hechos que producen un final sorprendente.

No puedo decir que el relato no engancha pues salvo las clásicas interrupciones familiares me lo leí de una sentada. Una prosa sencilla, cuidada, agradable, con los diálogos justos, nos pone en situación de las vidas nada comunes que han llevado los protagonistas, en un andamiaje perfectamente engarzado de los hechos relatados para acabar en un final sorprendente, que me atrevo a aventurar que no sospecha ningún lector. La historia está contada «desde dentro» pues no en vano el autor es policía nacional destinado en una comisaria de Huesca en estos momentos en la vida real, por lo que se percibe claramente que domina el lenguaje y las características del mundillo que nos describe. Por momentos podemos sentirnos inmersos en la noche de una comisaría de una forma auténtica, no siempre parecida a como nos las cuentan en series de televisión o películas, muchas de ellas americanas. Sin entrar en grandes berenjenales ni cuestiones metafísicas, el autor nos aporta algunas ideas muy interesantes sobre las características personales de los policías, personas como cualesquiera otras, que se devuelven con la formación que han recibido en la sociedad actual, que es como es. Las vidas de los «peones» avanzan hacia adelante, pueden detenerse, pero nunca retroceder y, si llegan a su destino, podrán convertirse en reinas, pero nunca reyes. En suma, un relato muy dinámico, vivo, plenamente actual y verosímil que nos hará pasar un buen rato de entretenimiento.

jueves, 24 de octubre de 2013

El caballero de la armadura oxidada, de Robert Fisher

Recomendado por la mañana en un cursillo sobre autogestión personal de las emociones, llegar a casa y leerlo de un tirón fue todo uno. «Aquí te pillo y aquí te mato» digo te rescato y te leo Ya había oído hablar de este librito algo más de quince mil vocablos hace tiempo, pero permanecía olvidado en uno de los muchos rincones de los libros pendientes y nunca le llegaba la hora. Libro de autoayuda y motivación, puede ayudarnos a descubrir si llevamos una coraza imaginaria que nos dificulta nuestro deambular por la vida y hacemos montañas de cosas insignificantes.

El caballero tiene un dilema: se encontraba atrapado en su armadura ocultando sus limitaciones y tapando sus posibilidades cuando se da cuenta de que está a punto de perder a su familia por culpa de esa armadura. Decide deshacerse de ella, yendo a buscar a Merlín, el mago, que le encamina al sendero de la verdad donde tendrá que pasar por una serie de pruebas en los castillos del silencio, el conocimiento y la osadía para alcanzar la cima de la verdad que implica conocerse y aceptarse como realmente es y por ende alcanzar la felicidad propia y de los que le rodean.

Sam es el «yo» interior del caballero que va ganando presencia a medida que el caballero va avanzando en su propio descubrimiento y mejoramiento personal. Un libro sencillo y revelador que se lee en un santiamén y que puede aportarnos algunas claves para ayudarnos a enfrentar los problemas de la vida diaria.

Algunas frases extraídas del texto

¿Cómo podréis cuidar de ellos si ni siquiera podeis cuidar de vos mismo?

No solo había hablado con una paloma y una ardilla sino que, además, las había hecho enfadar a las dos en el mismo día

Acabais de dar el primer paso para libraros de vuestra armadura.

¿Y cuando fue la última vez que sentisteis el calor de un beso, olisteis la fragancia de una flor o escuchasteis una hermosa melodía sin que vuestra armadura se interpusiera entre vosotros?

El primer castillo se llama silencio, el segundo conocimiento y el tercero voluntad y osadía. Una vez hayais entrado en ellos, encontrareis la salida cuando hayais aprendido lo que habeis ido a aprender.

… durante toda su vida había perdido el tiempo hablando de lo que había hecho y de lo que iba a hacer. Nunca había disfrutado de lo que pasaba en el momento.

El caballero lloró aún más al darse cuenta de que si no se amaba, no podía amar realmente a otros.

Decidió que era verdad, que el tiempo transcurría con rapidez cuando se escuchaba a sí mismo. Recordó cuantas veces el tiempo se hacía eterno mientras él esperaba que otras personas lo llenaran.

miércoles, 23 de octubre de 2013

El futuro del libro, de Geoffrey Nunberg

Lo primero que hay que tener muy en cuenta es la fecha de publicación de este libro: 1996. Esto es fundamental para poner en su lugar las ideas vertidas en él sí lo miramos con el prisma de los conocimientos actuales. En los diecisiete años transcurridos, algunas de las afirmaciones en él contenidas, como veremos, han quedado completamente obsoletas dados los cambios ocurridos en la tecnología, los archiperres (aparatos con pantallas) y el desarrollo de la «world wide web» que si bien existía por aquel entonces, su acceso generalizado estaba todavía por desarrollar. Geoffrey Nunberg es el «compilador» que ha reunido en estás poco más de trescientas páginas impresas las opiniones de una docena de autores. El éxito y eco de este libro estuvo, y está aún, en la apostilla de un por todos conocido Umberto Eco.

Empezando por el final, Umberto Eco llama nuestra atención sobre la frase acuñada por Víctor Hugo y puesta en boca del jorobado de Notre Dame: «ceci tuera cela» que podríamos traducir, llevándola al terreno que nos ocupa, por «esto matará aquello». A lo largo de la historia se han sucedido estos «asesinatos» y seguirán ocurriendo como consecuencia de la evolución y el desarrollo de la tecnología.

En todo caso este libro es de difícil lectura, pues en muchas ocasiones los autores se «van por las ramas» en disquisiciones cuasi filosóficas que con el paso del tiempo han perdido interés. Hace años los escritores se devanaban los sesos para transferirnos por el lenguaje escrito la belleza de un paisaje o las características físicas de un personaje. Luego llegaron las imágenes a los libros y ahora pueden hasta tener movimiento y sonido si estamos visualizando contenidos en una tableta. Frases tales como «nadie va a sentarse a leer una novela en una ridícula pantallita», «nadie se va a meter en la cama con un ordenador», «escribir sin libro es como una agricultura sin tierra», «uno de los principales problemas del ordenador es la tosca resolución de las pantallas» se han contestado o rebatido por si solas con el paso de los años.

Enciclopedias y diccionarios cayeron hace muchos años en desuso primero con los CD-ROM's y luego incluso estos cedieron el paso a internet. Recuerdo los primeros años de la Encarta en los que leer los artículos con imágenes en movimiento y sonido era un placer, pero que ya ha quedado desfasado.

«Hay que ser prudentes con la trivialización y el desprecio hacia el pasado, no sólo porque podemos perder documentos importantes, sino también análisis culturales muy valiosos conseguidos con viejas tecnologías de comunicación, mientras estamos inmersos en el proceso de construir otras nuevas» Es difícil evaluar una cosa cuyo alcance desconocemos, pero aferrarse a lo antiguo esgrimiendo únicamente su antigüedad no parece una apuesta coherente ni de futuro. Muchas disciplinas, véase música, cine, fotografía, han migrado a soportes digitales con un cambio profundo y radical de sus planteamientos. La revolución ha traído la inmediatez, el intercambio sin retrasos, la posibilidad de cambio y corrección en cualquier instante. ¿Es esto bueno? ¿Es malo? La producción de documentos se ha socializado de tal forma que es casi imposible poner impedimentos a la circulación de los mismos: el que yo escriba un texto, o un libro, y que alguien lo pueda leer al instante siguiente en cualquier lugar del mundo y mandarme sus impresiones puede ser visto como una ventaja o un quebranto, según su uso. Por el contrario, una desventaja es la cantidad de documentos que hay en circulación, muchos de ellos reelaborados a partir de otros y que dificultan la localización de lo que verdaderamente nos interesa.

¿Cuál es la mejor forma de proceder en el futuro? Pues tendremos que esperar a que ese futuro llegue y nos desvele las implicaciones del cambio de soporte de físico a digital. Mientras tanto, cada cual elegirá los caminos que le parezcan más adecuados dentro de las posibilidades disponibles a su alcance. Una vez más el tiempo dará o quitará razones.
«El viejo todavía no ha dicho su última palabra, y tampoco probablemente los futuros pequeños Sartres, con sus aulas equipadas con pantallas de ordenadores flexibles, ultrafinos y ultraligeros, desearán todavía, durante un tiempo, con la esperanza de salvar su alma, un esqueleto de "cartón y cuero", con su "carne de papel" que huela a "cola y champiñones"».

martes, 22 de octubre de 2013

El sanatorio de oficiales, de Ricardo Ruiz de la Sierra

Publicado en 2012, se trata del segundo libro de este autor, Ricardo Ruiz de la Sierra, que lucha denodadamente por hacerse un hueco en la literatura actual, concibiendo todo lo posible y lo imposible, tras escribir sus libros, por verlos maquetados, corregidos y puestos en las manos de los lectores, vamos, aquello de «Juan Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como» Sus otros dos libros, «La triste reina» publicado en 2001 y «El funcionario prudente», publicado este año, han sido comentados en el blog y se puede acceder a ellos a través de los enlaces. Ricardo, de profesión veterinario, anda por el mundillo literario presentando sus libros y participando activamente en tertulias y ateneos como actividades complementarias a sus escritos.

«El sanatorio de oficiales» está concebido como obra teatral, por lo que contienen escuetas anotaciones acerca de cómo configurar el escenario, elementos y luces, para su representación, pero puede ser leído como una novela. La acción tiene lugar en 1946, nueve años después de acabada la Guerra Civil Española en un sanatorio ubicado en un lugar no especificado en, o cerca de, la malagueña localidad de Ronda. Entre otros enfermos, Francisco, capitán del ejército español del lado vencedor, está recuperándose de una tuberculosis. Medio en sueños, medio en vela, mantiene conversaciones con una enfermera, consigo mismo y con dos «fantasmas» que les escuchan y que son su suegro José, al que no llego a conocer en vida pues fue fusilado al comienzo de la contienda y un fiscal al que le ocurrió lo propio pero al final de la misma. En estas conversaciones rememora su niñez manchega, su oposición al cuerpo de Telégrafos y cómo llegó sin quererlo y presionado por su teniente a convertirse en alférez al serle sorprendido el Alzamiento cuando realizaba el servicio militar obligatorio en Melilla. Durante su estancia en el sanatorio, una enfermera le atiende, le consuela y le escucha sus cuitas y desvelos, ofreciéndole su apoyo y su comprensión en una feroz lucha interna por poner en orden sus pensamientos y sentimientos. Al final, como es «marca de la casa» en los libros de este autor, un giro a todas luces inesperado nos sorprenderá a buen seguro.

Librito de apenas veintitrés mil vocablos que se lee en un suspiro. El autor no se entretiene en florituras y expresa multitud de ideas y datos concernientes a los hechos más relevantes de la Guerra Civil y sus antecedentes. En un tono absolutamente conciliador, narra diferentes hechos ocurridos engarzados a través de la vida de los tres personajes de la obra: un capitán del ejército vencedor, un patrono católico representado en la figura de su suegro y un fiscal que además fue magistrado y político. Si no conocemos con detalle datos de aquella pelea entre hermanos, este libro nos puede venir muy bien para asentar unas cuantas ideas que nos sirvan de base para indagar más en estos luctuosos hechos en los que perdieron todos, vencedores y vencidos. Es bueno conocer la historia para prevenir que se repita. Por otro lado y como es también costumbre en este autor, embebidas en el texto podemos encontrar numerosas reflexiones humanas y psicológicas que nos darán que pensar.
… charlamos, siempre de lo mismo: de la guerra, supongo que es una forma de poner mis recuerdos en orden, mis contradicciones y mis dudas, lo que pasa es que a veces creo que ellos tienen vida propia, como los personajes de una novela que se les escapan al autor, a mí me cuentan cosas que yo desconozco.
Capitán- Pues conmigo has hecho mucha labor de psicóloga.
Enfermera- O de charcutera, con eso de las penas al sol como los jamones. (Él rió). Bueno ¿y esos dos fantasmas que te han visitado?
Capitán- Ahora que los nombras, esta noche he soñado con ellos, y que tenía doce hijos.
Enfermera-¡Qué barbaridad!

lunes, 14 de octubre de 2013

El paisano de Jamaica, de Francisco Javier Romero Valentín

Me resulta curioso a mí mismo que hace una semana no tuviera conocimiento de la existencia de Blas de Lezo, un militar español del siglo XVIII que debiera estar a la altura de otros como El Gran Capitán, Hernán Cortés, Francisco Pizarro o el Duque de Alba y que sin embargo permanece olvidado por la historia. Una conversación familiar seguida del aviso de la disponibilidad gratuita y legal de este libro en la red me han llevado a ampliar mis conocimientos sobre este personaje. «El paisano de Jamaica» no hubiera llamado mi atención si no hubiera sido por la coletilla que el autor ha añadido al título como reclamo en Amazon y que reza así: «el espía de Blas de Lezo». Estuvo disponible de forma gratuita, como digo, el pasado miércoles en esa promoción a la que se ven obligados los autores menos conocidos para hacerse un hueco en el convulso mercado editorial de estos días. Hoy sigue disponible en esa plataforma en su forma electrónica al precio de 2,98 euros, más que económico para un libro que se acerca a los doscientos cuarenta mil vocablos. Más información sobre el autor podemos encontrarla en la muy cuidada página web del autor.

El libro está centrado en unos pocos meses de la historia de España, lejos de nuestro suelo patrio, concretamente en Cartagena de Indias cuando en el siglo XVIII andábamos por allí con nuestros virreyes y nuestros ejércitos sometiendo a los locales y esquilmándoles todas sus riquezas. Allí, en los primeros meses de 1741, tuvo lugar una batalla contra el ejército inglés, comandado por Edward Vernon, tremendamente superior en efectivos, que fue ganada en última instancia por el buen hacer y la templanza de «Mediohombre», apodo de Blas de Lezo y Olavarría, un pasaitarra español que, a pesar de faltarle una pierna, un brazo y un ojo, siguió su carrera militar de forma honesta, honrosa y brillante, aunque su personalidad le llevó a enfrentarse con el virrey Sebastián Eslava que lo ninguneó hasta conseguir que le fuera formado un Consejo de Guerra al que no tuvo que asistir por haber muerto en septiembre de 1741, pocos meses después de la derrota infringida a los ingleses.

Novela histórica o historia novelada, el autor se apoya en personajes ficticios creados por él para armar un bonito y entretenido relato que sigue con mucha fidelidad lo acontecido en aquellos meses de 1741. Como es de agradecer en este tipo de novelas, el propio autor nos informa detalladamente de lo que fue real según los historiadores, que algunas veces no se ponen de acuerdo, y lo que es ficción creada por él mismo para dar soporte a su libro. Escrito con una prosa agradable y cuidada, con unos personajes redondos que calan en el lector al asegurarle unas cuantas horas de divertimento, amén de conocer un poco sobre la tremenda figura de este marino olvidado y los insidiosos que le rodearon. Algo muy de actualidad, que ahora se denomina «mobbing», tres siglos después que puede resumirse en este párrafo extractado del libro puesto en boca del propio Blas de Lezo:
«No aguanto más. Puedo guerrear con todas las fuerzas que el enemigo envíe en mi contra, y si he de morir en batalla lo haré con todo el valor y el honor que logre reunir, confiando estar a la altura del país que he defendido toda mi vida. Pero si hay algo con lo que no puedo es con la mentira, con el engaño y con esta puta envidia que muestran muchos de los hombres que toman las decisiones en España. Contra eso ni he sabido luchar en mi vida ni tengo ganas de aprenderlo a la edad que tengo ya».
Si he de poner un «pero» personal, es la excesiva longitud del libro. El autor se recrea con profusión en muchas de las escenas y nos las hace vivir casi como si estuviéramos allí. Pero puede ser que lo que a algún lector pueda llegar a aburrir a otros les resulte agradable en ese sentimiento que se tiene de que no nos gusta que se acabe un libro que está resultando agradable y entretenido. Un libro que en mi opinión, no sé si modesta, está a la altura por lo menos de otros de corte parecido de autores como Juan Gómez Jurado, Matilde Asensi o Pérez Reverte, pero que no tiene la difusión y la fama de estos y le costará hacerse un hueco. Si con este comentario contribuyo a ello me daré por satisfecho. Para aquellos que quieran saber más de este español y vasco olvidado, hay más libros dedicados a glosar su memoria y mucha información en la red, pero por aquello de la auto-propaganda hago mención a una entrada mía en un blog amigo titulada "BLASdeLEZO".

domingo, 13 de octubre de 2013

La reina descalza - Ildefonso Falcones

@FalconesOficial
Este es el tercer libro de este autor que conocí cuando se publicó La catedral del mar, bastante tiempo antes de que naciera este blog y que no ha sido reseñado, aunque ya apareció en mi primera lista de favoritos, porque ese fue un título que tengo marcado en mi lista de relecturas. El segundo fue La mano de Fátima, que desde mi punto de vista no llegaba al nivel del anterior, pero sin llegar al pesimismo que mostró viajerasindescanso en su reseña del blog.
La novela histórica, mi género favorito, se adentra en esta ocasión en un mundo que no conocía, el de la etnia gitana, con el aderezo de una esclava negra que alcanza su libertad por la muerte de su 'dueño' en el viaje de regreso a España desde Cuba.
Caridad, que es el nombre de la negra procedente de Cuba, desembarca en Cádiz en 1748, ya no como esclava sino como persona libre, pero todo lo que tiene es eso, la libertad, y la conciencia de ser libre es algo absolutamente nuevo para un esclavo, al que dictan todo lo que tiene que hacer durante su vida. Consigue llegar a Sevilla, en busca de ayuda 'social', pero empieza tropezando con quien la explota de una manera indigna aunque consigue huir de esa primera experiencia aciaga, y muy enferma, en un bosque, la encuentra Melchor, un gitano valiente apodado El Galeote, porque fue condenado a galeras, aunque consiguió salir vivo de su condena, cosa que muy pocos conseguían. Melchor era un Vega y había sido condenado a galeras por extrañas influencias que habían ejercido los García, otros gitanos rivales, dominantes en la zona y con una ética muy cuestionable (por decirlo finamente).
Melchor tiene una hija, Ana Vega, una gitana integral, que defiende su raza y sus costumbres con una bravura incondicional, y educa a su hija Milagros Carmona en esa integridad gitana.
Caridad se intenta integrar para sobrevivir, ayudada por Milagros especialmente, y entre ellas nace una amistad inquebrantable, y una transmisión entre ellas de costumbres y tradiciones que enriquecen sus vidas.
Pero todo cambia cuando en 1749, una ley de Fernando VI dictamina la encarcelación de todos los gitanos, con la mirada puesta en la exterminación de la raza.
Aquí comienza una historia de separaciones, de luchas, de rebeliones de cada uno de los personajes que he descrito someramente y de muchos otros, también importantes, como pudiera ser Fray Joaquín.
Cada uno de los personajes hace su vida en un largo período de años, con grandísimos sufrimientos, superación de todos los contratiempos, se ambientan estos hechos, además de en Sevilla, en Málaga, Zaragoza y especialmente en un Madrid noble y artístico, con el actual Teatro Español, entonces Coliseo del Príncipe y con exquisita descripción de los distintos barrios de la capital en la época.
Y tenemos que llegar a la hora de impartir justicia, la justicia de su raza, que en muchos aspectos debería ser considerada como la mejor de las justicias.
IMPRESIONANTE final de novela que nadie se puede perder.

sábado, 12 de octubre de 2013

CAMINAR, de Henry David Thoreau.

(…) como si las piernas se hubieran hecho para sentarse y no para estar de pie o caminar, Henry David Thoreau.

En el  post dedicado al libro de Robert Walser, Diario de 1926, comenté que me gustaría leer sobre el arte de pasear y buscar personajes (ficticios y no ficticios) que le diesen a las piernas. Desde aquella entrada hasta hoy, me han recomendado ya unos cuantos libros. Entre ellos no estaba Caminar de Henry David Thoreau. Caminar llegó en uno de esos paseos tan ramificados que hacemos por Google. Descubrí este breve ensayo y también un artículo en la revista Caimán Cuadernos de Cine (julio-agosto 2013) de Carlos Losilla dedicado a la maravillosa trilogía del director Richard Linklater: Antes del amanecer (1995), Antes del atardecer (2004) y Antes del anochecer (2013). 

Sus protagonistas Jesse y Céline (Ethan Hawke y Julie Delpy) sin duda podrían ponerse en aquel collage que iba/voy a hacer de personajes paseantes, junto a Henry David Thoreau, mi abuelo, Robert Walser y Wordsworth: Cuando un viajero pidió a la criada de Wordsworth que le mostrase el estudio de su patrón, ella le contestó: <<Ésta es su biblioteca, pero su estudio está al aire libre. (p.13)
William Wordsworth (1770-1850)
   Y empiezo con el primer párrafo del artículo de Carlos Losilla:
 
fotograma de Antes del amanecer (1995)
            Pasear también puede ser un acto de subversión. Mientras paseamos, preferiblemente sin rumbo fijo, no trabajamos, no producimos, no consumimos. Rompemos el circuito mágico del capitalismo. Nos negamos a obedecer las reglas. Y, como mucho, podemos hablar con otro, con otra. Charla también insustancial, que no aporta nada a la gran maquinaria económica.


            Del mismo modo que en la primera parte de esta trilogía nos encontramos a Jesse y Céline deambulando por las calles de Viena sin prisas y  sin ningún objetivo concreto, sin aportar nada a la gran maquinaria económica,  Henry David Thoreau (1817-1862) camina desviándose hacia los bosques sabiéndose y sintiéndose al margen de los trayectos prefijados e impuestos por la sociedad: Las carreteras se han hecho para los caballos y los hombres de negocios. Yo viajo por ellas relativamente poco, porque no tengo prisa en llegar a ninguna venta, tienda, cuadra de alquiler o almacén al que lleven. Soy buen caballo de viaje, pero no por carretera. El paisajista, para indicar una carretera, usa figuras humanas. La mía no podría utilizarla. Yo me adentro en la Naturaleza, como lo hicieron los profetas y los poetas antiguos, Manu, Moisés, Homero, Chaucer. (p.18)

            A la par que apuesta por pasear por otros caminos alternativos, alejados de los perfectamente señalizados y estratégicamente orientados por las cercas, también apuesta por un pensamiento salvaje frente a otro domesticado: Así como el ganso silvestre es más rápido y más bello que el domestico, también lo es el pensamiento salvaje, pato real que vuela sobre los pantanos mientras cae el rocío. (p.39).
            Dadme por amigos y vecinos hombres salvajes, no hombres domesticados. (p.43)

            Caminar es un alegato hermoso del paseo, del pasear que es en sí mismo la empresa y la aventura del día, del despreocuparse (dejando a un lado el gran número de ocupaciones diarias), aunque reconociendo también que no siempre es tarea fácil: En el paseo de la tarde me gustaría olvidar todas mis tareas matutinas y mis obligaciones con la sociedad. Pero a veces no puedo sacudirme fácilmente el pueblo. Me viene a la cabeza el recuerdo de alguna ocupación, y ya no estoy donde mi cuerpo, sino fuera de mí. Querría retornar a mí mismo en mis paseos. ¿Qué pinto en los bosques si estoy pensando en otras cosas? Sospecho de mí mismo, y no puedo evitar un estremecimiento, cuando me sorprendo tan enredado, incluso en lo que llamamos buenas obras… que también sucede a veces. (p.15).


           Sabemos que a Céline y a Jesse también les llegará el momento (que no es un momento concreto, señalable en un calendario) en el que ya no puedan desviarse, mantenerse al margen de todo aquello que antes aborrecían; momento  en el que ya habrán tenido que  hacer concesiones y seguramente muchos nos sintamos por eso mismo más cerca de ese pasear de Céline y de Jesse que transcurre por Viena, París y por una pequeña ciudad de Grecia, que por los que daba Thoreau por los frondosos bosques; no obstante, en ambos paseos, tanto en el de la pareja como en el de Thoreau, apreciamos y se nos contagia, a pesar de las concesiones, a pesar de la dificultad para quitarnos de encima otras cosas, cierto espíritu de rebeldía que nos invita a pasear y perdernos siempre que podamos por las calles del pueblo o de la ciudad, y a dejarnos sorprender todavía por esos callejones que habíamos olvidado por el simple hecho de no haberlos recorrido jamás.

            Igual que empecé, termino con un párrafo del artículo de Carlos Losilla y a continuación con otro de Thoreau y una breve biografía (de la contraportada del libro):
            Y esa circulación constante entre unos pocos cuerpos que rechazan el orden imperante para construirse otro que compartir, es quizá una alternativa a la realidad, una ficción otra, un posible inicio para la revolución.
            Pues seguramente la revolución empieza en la ficción, que no es otra cosa que pensar alternativas para la vida. Carlos Losilla.

          
  Espero que seamos más imaginativos, que nuestros pensamientos sean más claros, más frescos y etéreos, como nuestro cielo; nuestros conocimientos más amplios, como nuestras praderas; nuestro intelecto, en términos generales, de una escala mayor, como nuestros truenos, nuestros relámpagos, nuestros ríos, montañas y bosques; e incluso que nuestros corazones se correspondan en amplitud, profundidad y grandeza con nuestros mares interiores. p.29. Thoreau.

         
   Henry David Thoreau (1817-1862). Ensayista, topógrafo, disidente nato y maestro de la prosa, su auténtico empleo fue, según él se ocupó de recordar, “inspector de ventiscas y diluvios”. Su nombre ha llegado hasta nuestros días ligado a dos libros capitales para el pensamiento individualista y antiautoritario: Ensayo sobre la Desobediencia Civil (1849) y Walden, o la Vida en los Bosques (1854). Caminar (Walkig) fue, sin embargo, en vida de Thoreau, su obra más popular. Concebida como conferencia, y leída en numerosas ocasiones, sólo se llegó a publicar póstumamente. Es, sobre todo, una defensa de un “pensamiento salvaje”, que arroje sobre nuestra conciencia una luz más parecida a la de un relámpago que a la de una vela. Su ironía y el rumbo de vagabundeo que por momentos toman sus reflexiones, hacen de la lectura de este libro algo tan tonificante como un paseo de buena mañana. Y no hace falta que Thoreau nos recuerde que “el aburrimiento no es sino otro nombre de la domesticación.”


Patricia L.D.

miércoles, 9 de octubre de 2013

El maestro de Keops, de Albert Salvadó

Avisado por una información sobre la disponibilidad de libros gratuitos en la red a través de «FREEBOOKSIFTER», me encontré con este autor, Albert Salvadó, de nacionalidad andorrana e ingeniero industrial de profesión, que cuenta con una veintena de libros publicados, generalmente sobre novela histórica e intriga. En un primer momento me llamaron la atención este, que compré por 3,18 euros en su versión digital, y otro sobre el mismo tema titulado «La concubina de Egipto» que estaba disponible de forma gratuita ayer, aunque hoy ya no. El autor cuenta con página web propia donde podemos encontrar información de sus publicaciones.

Nacido esclavo de una madre esclava, Sedam coincide al venir a este mundo con el hijo de la señora de la casa que muere en el parto. Amigo y compañero en todo momento del heredero, Sedam es listo e inteligente y desde un rincón, como el que no quiere la cosa, presta atención a la formación que recibe su compañero de juegos y llega a dominar varias disciplinas. Su madre muere y le conmina a buscar la libertad por todos los medios. Con ocasión de un ataque extranjero a la ciudad, todos los habitantes de la casa son asesinados pero nuestro protagonista consigue escapar y refugiarse en el templo, donde es descubierto por Ramosi, sumo sacerdote de Ra, ambicioso y malévolo, que le perdona la vida al constatar sus dotes en una breve conversación. Sedam irá ascendiendo en puestos de responsabilidad en la corte del faraón Snefrú hasta llegar a ser preceptor de sus dos hijos, Kannefer y Keops, a los que enseña con verdadera devoción. Promovido a tesorero mayor de las finanzas del faraón, honrado, trabajador y humilde, andará siempre en el filo de la navaja de las conspiraciones e intrigas palaciegas que al final le elegirán a él como peón de cambio. La libertad, la inteligencia y la humildad, están encarnados en Sedam, que representa el «bien» en lucha permanente contra la riqueza y el poder por encima de todo, el «mal», representado por Ramosi. El desenlace de esta feroz batalla queda reservado a los lectores y no puede ser desvelado aquí.

Una historia de superación ambientada en el mágico Egipto que me ha recordado a otras como «El hijo del desierto» de Antonio Cabanas reseñada en este blog. Obtuvo el premio Néstor Luján de Novela Histórica en 1998. Con un argumento sencillo pero muy bien engarzado, dinámico en todo momento, el autor nos pasea por el Egipto mágico y milenario en una historia no muy larga compuesta por sesenta y tres mil vocablos, con una ambientación histórica novelada bien documentada y unos personajes que nos enganchan en todo momento. Una novela de aventuras muy entretenida que gustará a todos y más a los amantes de los relatos de esta civilización milenaria. Una lectura recomendada para unas vacaciones o un fin de semana de invierno. Por añadidura, el relato contiene multitud de frases que nos pueden servir de autoayuda.
«Ojalá, algún día, accedamos a conocer con precisión, lejos de la magia y del misterio, todas y cada una de las razones que condujeron a unos hombres surgidos de la prehistoria a construir una de las siete maravillas del mundo. Quizás, entonces, descubriremos muchos enigmas y entenderemos mejor por qué hemos llegado hasta nuestros días y por qué somos como somos».

«El esclavo no piensa en voz alta, sino que vive en su interior. Allí eres libre y nada ni nadie puede entrar. A partir de ahora, observa, escucha y calla.»

«Aun así, prefirió hacerse el tonto. Tal como le había enseñado su madre: observa y calla.»

«El hombre que se eleva por encima de su límite acaba siendo infecundo e inútil».

«El hombre que se cree un dios no escucha. No manifiestes nunca tus pensamientos. Simplemente, escucha. En el silencio se encuentra tu fuerza. Y en el pensamiento, tu futuro».

domingo, 6 de octubre de 2013

Káiser Carlos V «Semper Augustus», de Helmut Tröger

¿Ha comprado Vd. alguna vez un libro en papel, en una librería, que resulte ilegible? Helmut Tröger nació en Colombia pero dada su ascendencia, volvió a sus orígenes y se estableció en Alemania. Mantiene un blog muy activo en castellano donde cuenta sus experiencias sobre muy diversos temas, entre ellos el vino. Su confesada admiración por la figura de Carlos I de España y V de Alemania le llevó a escribir este libro.

Como sinopsis del libro hay poco que comentar. En el inicio se refiere muy brevemente el nacimiento del protagonista de una forma que no coincide con la descrita por historiadores contrastados. Tras ello, cerca de cien páginas de las doscientas sesenta y nueve de que consta el libro se emplean en describir la situación política y guerrera de los países europeos que bordeaban al imperio como excusa para el diseño de una política que encumbrara a Carlos. Muchos datos tangenciales a la vida en sí del Emperador jalonan el libro y aun siendo interesantes, no dejan de ser eso, tangenciales. Una historia novelada cuya asimilación dependerá en gran manera de los conocimientos previos que tenga el lector sobre la vida y andanzas de este personaje español y europeo crucial en la primera mitad del siglo XVI.

Cualquier autor que se propone escribir un libro tiene mi más sincero reconocimiento. Es una tarea ardua y continuada en el tiempo que requiere una constancia y una documentación que suponen un trabajo ímprobo, y eso sea para cualquier libro, si bien y como es lógico, unos más y otros menos. Pero, tras la escritura del mismo, una labor muy ingrata es la «guerra» contra las erratas. Corregir las galeradas es una tarea cuasi imposible que hay que realizar con esmero y dedicación. Nos pueden ayudar mucho hoy en día los correctores automáticos de los procesadores de texto de los ordenadores, pero ahí no acaba la cosa. Y al final, siempre, alguna errata se acaba colando.

Este libro, aún comprado en una librería, se trata de un auto publicación. El autor, bien solo o muy poco ayudado, se ha cargado sobre sus espaldas el trabajo de poner en una imprenta electrónica, en este caso Lulu, el texto para su impresión, al tiempo que ha editado una serie de ejemplares que pueden encontrarse en librerías al precio de quince euros. Esta parte del trabajo ha quedado muy, muy, muy incompleta. El texto está plagado de errores en la acentuación, mayúsculas indebidas, faltas de ortografía, palabras inexistentes y para colmo, el uso de los signos de puntuación es totalmente indigerible. Todo esto importuna sobremanera la lectura que por momentos se hace ininteligible. Una lástima con independencia de la bondad del relato con respecto a «nuestro» Carlos I.

Es de suponer que se disponga con brevedad con una segunda edición revisada, que debería ponerse a disposición de los que hayan adquirido la primera contra entrega de la misma y sin coste. Pero esto va a ser muy difícil de llevar a la práctica porque dudo que la librería registre los datos del comprador. Por mi parte, y además de su publicación en este blog he dirigido estos comentarios al autor a través de su correo electrónico.

Como moraleja, que sepamos que nos podemos encontrar en las librerías ejemplares con una no del todo cuidada revisión. Es lo que tiene la globalización y la facilidad de auto publicar para cualquier autor. Pero esto no es excusa para que el producto final tenga una mínima calidad en cuanto a estos aspectos del lenguaje que son vitales para la lectura.



sábado, 5 de octubre de 2013

Ser mujer en el Opus Dei, Isabel de Armas

Isabel de Armas es periodista y fue numeraria del Opus Dei durante nueve años hasta su abandono en 1974. Los numerarios forman el núcleo de la organización, haciendo votos de pobreza, castidad y obediencia y viven en centros propios de la institución, a la que entregan todos sus ingresos si están trabajando. El Opus Dei fue fundado por José María Escrivá en 1928 y hoy en día es una de las instituciones religiosas más influyentes en la Iglesia y la sociedad civil, en la que estarían integrados más de ochenta mil seguidores repartidos por todo el mundo. La autora ejerció su carrera de periodista estando en la Obra y no llegó a tener ningún cargo interno.

Añadido al título puede verse la frase «tiempo de recordar». El libro está escrito veinticinco años después de su marcha y está estructurado en capítulos denominados «tiempos» que no siguen un orden cronológico estricto, aunque sus títulos revelan mucho de su contenido: seducción, adoctrinamiento, exaltación, lucidez, desengaño, ruptura, resurgimiento y reflexiones. Cada apartado de estos tiempos son supuestas cartas que la autora escribe a otra persona que la interroga haciéndola partícipe de su necesidad de información antes de decidirse a entrar en la Obra.

Se nota en el libro el oficio de periodista de su autora al contarnos sus experiencias en un lenguaje claro y atractivo. Es un libro muy crítico contra la estructura interna y por extensión los fines de una organización que mantiene una estructura anacrónica según se desprende de lo leído, pero no deja de ser una información proveniente de una persona que tras muchas dudas cambió de trayectoria al no gustarle los «sapos» que tenía que tragar a diario y que afectaban directamente a sus criterios personales. La década de los sesenta y la de los setenta fueron años muy convulsos en España, una época de revolución sexual y religiosa tras el Concilio Vaticano II en la que las ideas renovadoras chocaban frontalmente y ponían patas arriba conceptos personales y sobre todo religiosos que habían permanecido inmutables desde hacía muchos años. El trasfondo son experiencias personales recordadas de los hechos vividos por una joven con espíritu crítico a la que no consiguieron anular su capacidad de pensar por sí misma. Cada cual valorará en su justa medida y sacará sus conclusiones tras la lectura de los hechos relatados, pero a mí me parecen expuestos de una forma honesta y realista, sin revanchismo pero sí como información de las interioridades de la obra. La lucha interna de la autora demuestra su resistencia a dejarse atrapar en una tela de araña tejida a base de férreos controles personales y psicológicos. El relato da pelos y señales de cómo se exige una disciplina ciega, una entrega personal sin reservas, una cesión de la intimidad, el cese de toda relación personal y todo ello con más presión si cabe sobre las mujeres que parecen no tener más derechos que los que tenían en la Edad Media.

Tras la lectura uno se pregunta qué de cristiano hay en la Obra que tanto se vio favorecida e impulsada por los poderes políticos y eclesiásticos, aunque este impulso pueda ser la clave en sí. Aunque lo indicado sería leer más libros sobre el asunto, pienso que es un libro recomendable y que puede resultar instructivo para el lector. Puede leerse capítulo capítulo, tiempo a tiempo, en esta web no precisamente afín. En la red hay muchos testimonios a favor y en contra de esta institución además de existir una amplia bibliografía donde encontraremos, claro está, artículos y libros escritos con admiración y otros no tanto.

viernes, 4 de octubre de 2013

Pulsaciones, Javier Ruescas y Francesc Miralles

@javier_ruescas @frmiralles. Un nuevo libro de este autor joven, el séptimo si las cuentas no me fallan, esta vez en colaboración con otro autor, Francesc Miralles. Javier Ruescas, a pesar de su juventud, se ha hecho un hueco en la literatura juvenil y se mantiene en una actividad sorprendente en internet, con su página web www.javierruescas.com constantemente actualizada y su ágil participación en las redes sociales, principalmente en twitter, además de sacar tiempo para ofrecernos sus videoblogs en su canal de youtube donde ha comenzado una serie para contarnos lo que hay que hacer para escribir y publicar. Estamos a la espera de la publicación del tercer y último libro de las andanzas de Aaron y Leo tras «Play», reseñado en este blog, y «Show». Ha colaborado también en otros libros de relatos y en publicaciones electrónicas como «El templo de las mil puertas» entre otras. En este año ha sido seleccionado como uno de los 20 integrantes del «hub» español de los Global Shapers, la mayor red de jóvenes líderes menores de 30 años del mundo creada por el World Economic Forum. Por otra parte, Francesc Miralles es algo menos joven pero de extensa trayectoria como escritor, ensayista, traductor y músico, que en 2009 obtuvo el premio de novela Ciudad de Torrevieja, junto a Álex Rovira, con la obra, muy recomendable, «La última respuesta».

Elia se despierta en un hospital tras un accidente de tráfico con una amnesia temporal que le impide recordar lo que ha sucedido en los últimos tres días. Había asistido, sola, a un concierto de su cantante favorita y a la vuelta en taxi a casa había sufrido un accidente. Eso al menos es lo que le contaban sus padres porque ella no recordaba nada. En comunicación con sus amigos a través de mensajes de móvil, va engranando detalles de lo sucedido. Un personaje extraño, Phoenix, que ella no sabe quién es pero que parece conocerla mucho, se cuela en sus conversaciones y la hace sentirse feliz, pese al peligro que entraña intimar con un desconocido a través del móvil, como todos sus amigos y amigas le advierten. Ella está feliz con la fría conversación electrónica y siente algo que la impide cortarla. Al final, recuerda algo, la vuelta a casa no había sido en taxi como le habían dicho sus padres, y ahí empieza un camino de descubrimientos que la refrescarán la memoria y la llevarán a un final inesperado y sorprendente.

Con un diseño cuidado y atractivo, el libro está escrito en formato de mensajes de móvil, una fórmula que no es totalmente nueva pues me ha recordado a «Contra el viento del norte», reseñado en este blog y que estaba construido a base de correos electrónicos. Es «Pulsaciones» un relato entretenido, trepidante, muy bien construido y que lleva a un final que los autores nos han brindado en la portada del libro pero que yo al menos no he sabido leer, lo que probablemente ocurrirá a otros. Un librito si nos atenemos a sus veintitrés mil vocablos sin contar algunas imágenes ni las horas que aparecen en la cabecera de todos los mensajes. En total he empleado ochenta y siete minutos en su lectura completa que han supuesto un momento relajado, fresco y juvenil de lectura de estos comunicados entre jóvenes diecieciochoañeros, construyendo una historia entretenida y con un final sorprendente y muy humano. La amistad y el amor son motores que mueven la vida y especialmente en ciertas edades donde todo se obnubila a su alrededor.

martes, 1 de octubre de 2013

Son de mar, Manuel Vicent


Por más que lo intente no puedo dejar de relacionar a este autor castellonense de Villavieja, nacido en 1936, con aquellas «Crónicas Urbanas» que aparecieron en el diario "El País" a principios de los ochenta, creo recordar que los sábados, con ilustraciones de Ops que diez años después encontré en las paredes del extinto Banco Hipotecario de España. Una de ellas, que releo de vez en cuando, se titulaba «Antena Colectiva» y todavía puede verse en la hemeroteca en este enlace. Algunas de sus novelas, como esta y «Tranvía a la Malvarrosa» han sido llevadas al cine. Por esta novela obtuvo el Premio Alfaguara en 1999, premio que ya había obtenido treinta y tres años antes con "Pascua y Naranjas". Gran periodista y escritor, su obra es muy extensa y con numerosas géneros entre los que no faltan la gastronomía y los libros de viajes.

El protagonista masculino de la historia, Ulises Adsuara, llega a Circea, pueblo imaginario en la costa mediterránea, para ejercer como profesor de filosofía en el instituto de bachillerato. Su solitaria vida en los momentos iniciales le lleva a utilizar la cantina del pueblo, «El Tiburón» , para su comidas, donde conoce a Martina y queda prendado de ella, cuestión que no es muy bien vista por Basilio, su padre, que tiene los ojos puestos en Alberto Sierra, cacique del pueblo gracias a sus negocios inmobiliarios.
«Un día Ulises estaba comiendo pisto de primero mientras leía un fragmento de la Eneida y las bragas de Martina goteaban. Esta vez eran las bragas negras. Un hilo de agua se deslizaba por el calado y antes de caer en el suelo una gota quedaba detenida en esa parte de la prenda que mañana estaría en contacto con la materia de sus sueños. El sabor del pisto de calabaza, las bragas empapadas de Martina, el brillo del sol sobre ellas y la lectura de la Eneida creaban una sola sensación en el cerebro del profesor de literatura clásica».
Ulises embelesa a Martina con sus historias mitológicas que acaba dejándose invitar a un periplo en «vespino» para visitar unas cuevas en la comarca cercana de «La Alcudiana». A raíz de la «actividad» desarrollada en la cueva por ambos jóvenes, Martina queda embarazada y acaba casándose con Ulises. Este se hace marinero y en una salida dominguera a traer un atún para Martina, reina de las patatas fritas pues las hacía como ninguna, cambia de barco y desaparece como si se lo hubiera tragado el mar. Tras tres años de espera, se da por muerto a Ulises, se celebra su funeral y Martina queda libre para acabar cayendo en las redes de Alberto, pasando a disponer de todos los lujos imaginables. Cual Ulises regresando de Ítaca, nuestro Ulises vuelve a los diez años de su desaparición trayendo el atún que había ido a buscar y entra de nuevo como un ciclón en la vida de Martina que lo protege y lo esconde para recuperar una encendida pasión y tórridos momentos de amor. La cosa se va complicando hasta que ambos aparecen muertos flotando en el mar. Pero Ulises ya había muerto hacía diez años, lo que plantea numerosos intrigantes a los lugareños…

Un personaje real de cierto peso en la novela es el actor Yul Brinner, nombrado treinta y dos veces, que dejó muda a la adolescente Martina cuando un día visitó su taberna mientras rodaba una película. Yul vivía durante el rodaje en un precioso barco atracado en el puerto que se llamaba «Son de Mar» que sirvió a Martina para imaginar escenas imborrables. El barco seguía en el puerto ajado y abandonado, hasta que Martina lo compró, lo arregló y llevó a él a su amado Ulises en lo que fue el principio del fin.

Una fina ironía impregnada de olor a salitre se percibe en todos los rincones de este relato rebuscado y trepidante que hace vivir al lector escenas mitológicas actualizadas con grandes tintes de humor. El sol y las olas del Mediterráneo acunan esta historia entrañable, mágica, de amor y muerte, que empieza por el final cuando el cadáver de Ulises, vestido son su ajado smoking del día de su boda, aparece flotando en la playa, entre los bañistas. Al grito de «qué bonito es el amor» la novela nos mete en un amor apasionado, sensual y casi eterno que sobrevive a los personajes que no son sino herederos de unos amores mitológicos que han existido desde siempre. La muerte es la única forma posible en la que Ulises y Martina pueden volver a estar unidos para la eternidad.

Después de leer el libro he visto la película. No soy muy entendido en cine, pero no me ha gustado y de hecho recomendaría no verla si queremos conservar la magia que nos haya podido transmitido la lectura. La adaptación no me parece buena a pesar de seguir con bastante fidelidad el texto.

El juego de Ender, Orson Scott Card


Elegido para el Club de Lectura en el tercer trimestre de este año, es la segunda reseña que se publica en este blog sobre este libro, uno de nuestros favoritos. La primera puede verse aquí. Tengo que empezar manifestando que este es el libro que más veces he leído en mi vida. No recuerdo bien al no tenerlo apuntado pero serán siete u ocho las veces que me he asomado y he disfrutado de su contenido desde que me lo recomendaran por primera vez a finales de los ochenta. Lo he regalado, lo he recomendado y sigo pensando que será siempre uno de mis favoritos y que lo volveré a leer de nuevo. Etiquetarle como de «ciencia ficción», que lo es, sería echar directamente para atrás a muchos potenciales lectores. Hay que tener en cuenta su fecha de publicación, en el año 1985, para valorar su contenido a la luz de los conocimientos de hoy en día. Con un poco de atrevimiento, consideraría a este autor como un segundo Julio Verne por su capacidad de anticipación. Obtuvo los afamados premios «Nébula» en 1985 y «Hugo» en 1986. Este libro fue el primero de una saga que continuó con cuatro libros más pero que a mi modesto entender no mantuvo el nivel. En el próximo mes de noviembre está previsto el estreno de la película basada en este betseller mundial.

En un momento en que la natalidad está limitada a dos hijos, Ender es un «tercero». La Tierra está amenazada por los «insectores», alienígenas que desean su destrucción, por lo que se necesita un comandante militar capaz de dirigir la flota y vencer al enemigo. Desechados los hermanos mayores de Ender, Peter y Valentine, y en base a sus capacidades mentales, se autoriza el nacimiento de Ender, que a sus seis años es retirado de su familia y conducido a Escuela de Batalla, la base de entrenamiento espacial donde, en conjunción con otros niños, es llevado al límite de sus capacidades en estrategia y combate hasta convertirle, a muy corta edad, en el comandante más capaz que haya existido siempre. Frío y calculador, cuestionándolo todo, sus reacciones y transgresiones causan asombro a sus compañeros, profesores y maestros. Los juegos de simulación van llevando a Ender a su máxima capacidad que no se sabe si será suficiente pero se sabe con certeza que no hay posibilidad de formar a otro. Al final, en la última simulación, Ender gana el juego… ¿o no es ya un juego? Muchos lectores confesarán no haber entendido el final y haberse quedado a dos velas en espera de una continuación.

Una historia sencilla en su concepción, muy bien desarrollada y con un enorme potencial en provocar al lector frecuentes asimilaciones con la vida real. Extraordinario y atemporal libro que contiene muchas enseñanzas si queremos ver el mundo paralelo en el que se desenvuelve. Sin abusar de descripciones detalladas, las escenas y las situaciones se esbozan incitando al lector a dejar volar su imaginación para darlas forma. Cuestiones y escenas que hoy son comunes no lo eran tanto en la fecha de publicación, mostrándonos una educación de los niños para ser los mejores, para forzar sus capacidades al límite y convertirse en seres fríos y calculadores en sus relaciones con los demás, todo ello a costa de su felicidad y de perder su infancia. Anticipándose a lo que hoy en día son las redes sociales, los hermanos de Ender, niños también, convulsionan el mundo con sus disertaciones en la red bajo las entidades secretas de «Demóstenes» y «Locke», con tanta maestría que llegan a impresionar al mundo e incluso a sus propios padres sin saber que son ellos.

Todo un universo de dilemas éticos, trasladables a nuestra vida actual, está servido para que tomemos postura ante ellos a medida que avanzamos en la lectura. También hay mucha psicología en sus escenas sobre conceptos como la vida, las relaciones, la enseñanza, la familia, la niñez y algunas más. El libro no ha variado desde que se escribió, pero el mundo que habitamos gira a tal velocidad que podemos obtener enseñanzas diferentes cada que vez que lo leamos. Ya lo hemos calificado de atemporal, antiguo, moderno y futurible todo al mismo tiempo. Más que recomendable, imprescindible, pero que voy a decir yo, que lo he leído tantas veces. Simplemente… ¡genial!

Un texto entresacado muy revelador …

«El enemigo no son las otras escuadras. El enemigo son los profesores. Nos obligan a pelearnos unos con otros, a odiarnos unos a otros. El juego lo es todo. Vencer, vencer, vencer. No lleva a nada. Nos estamos matando, nos estamos volviendo locos intentando vencernos unos a otros, y, mientras tanto, esos desgraciados nos observan, nos estudian, descubren nuestros puntos débiles, deciden si somos suficientemente buenos o no. Buenos, ¿para qué? Tenía seis años cuando me trajeron aquí. ¿Qué podía saber a esa edad? Ellos decidieron que yo era bueno para el programa, pero nadie me preguntó si el programa era bueno para mí».