BÚSQUEDAS en este blog

sábado, 14 de diciembre de 2013

SOLO, de AUGUST STRINDBERG.

 Solo, de August Strindberg.
El Cobre Ediciones.
Edición y posfacio de Alejandro García Schnetzer.
Traducción de Graciela Arancibia. 
136 páginas. 12 Euros.

Ya abrí Solo de Strindberg. Ya lo abrí y lo leí. Lejos queda la lectura de su Inferno, no su recuerdo. Solo también es una obra autobiográfica, pero a diferencia de Inferno, mucho más pausada: nos encontramos a un Strindberg menos agitado. Un Strindberg que pasea (sí, en la búsqueda que he emprendido de seres paseantes, en Solo he encontrado a otro) al ritmo de las estaciones del año: Después de muchas demoras, finalmente llega la primavera, y qué fiesta es caminar bajo los tilos esa primera mañana, cuando las hojas acaban de salir (…) Antes era empujado por el frío y el viento; ahora puedo tomarme mi tiempo, caminar lentamente e incluso sentarme en un banco (p.70) y también al ritmo marcado por su soledad: Para vivir en soledad, antes que nada debes llegar a un acuerdo contigo mismo y con tu pasado. Una larga y ardua tarea, una completa educación en la conquista de uno mismo. Pero no hay estudio más gratificante que el comenzar a conocerse, si tal cosa es posible. (p.41)

            Un estudio al que le ha ayudado mucho la lectura de su querido Balzac, de todos y cada uno de los volúmenes que forman La comedia humana: hasta que los hube terminado todos no me di cuenta de lo que había sucedido. Me había encontrado a mí mismo, y pude hacer una síntesis de todas las antítesis hasta ahora no resueltas de mi vida. Y al ver a la gente a través de sus binóculos había aprendido también a contemplar la vida con los dos ojos, mientras que anteriormente lo había hecho sólo con uno, como a través de un monóculo. (p.41)
           
            Cómo le gusta observar a Strindberg y cómo me gusta leer sus observaciones acerca de las personas con las que se cruza, esas personas a las que busca para escabullirse, aunque sea durante unas horas, de su soledad. Cómo observa con atención minuciosa su nueva casa, su cama, el escritorio, el balcón, las vistas a su alrededor. En la última entrada que escribí en este blog recreé el momento en el que el premio Nobel, Elias Canetti, cogía siendo niño un hacha y perseguía a su prima Laurica con la intención de matarla. A Strindberg también le causó una gran impresión el ver desde su ventana –gracias a un telescopio –a una niña de diez años con un hacha en sus manos: ¿Un hacha en la mano de una niña? Ahora, ¿cómo podían armonizar esas dos cosas? Algún secreto se me escapaba: algo siniestro, desagradable. (p.75). Si para Strindberg es lo más natural del mundo comprender que si vemos a un niño cerca de unas piedras y un río, al final el niño terminará cogiendo esas piedras para lanzarlas al agua, lo del hacha le desconcierta. Y es que mucho antes que Hitchcock, Strindberg sabía que el suspense está a la vuelta de la esquina, o como muy bien nos mostró el maestro del suspense en La ventana indiscreta, al otro lado de la ventana.

            A Strindberg no sólo le vemos mirar desde su ventana, también en sus paseos contempla esas casas en las que han dejado las persianas bien arriba, observando, el cotilla, el interior de una habitación en el que varias personas están reunidas: Nunca había visto el aburrimiento, el hastío, el cansancio de la vida tan resumidos como en esa habitación. (p.63-64)

            Me encantan estos libros en los que la vida va transcurriendo a golpe de observaciones, de paseos, al ritmo de las estaciones. Leer Solo de Strindberg es dejar a un lado el ruido, la rapidez con la que parece ir todo. Alejandro García Schnetzer nos cuenta que Nietzsche consideró a Strindberg un <<hermano espiritual>> (p.124); también que Zola quedó muy impresionado con la lectura de la obra de Strindberg El padre y le escribió una carta: su trabajo es una de las raras obras dramáticas que me han conmovido profundamente. (p.124) Y Thomas Mann lo consideraba un visionario: <<el primero en todo>>. (p.126).
           
                      Elias Canetti  recordaba en La lengua salvada cómo Strindberg se convirtió en el autor predilecto de su madre: durante el tiempo que vivimos en Viena siempre se le saltaban las lágrimas al mencionar a Strindberg, y solo en Zúrich llegó a acostumbrarse tanto a él y a sus libros que podía pronunciar su nombre sin excesiva agitación.  

            Nietzsche, Zola, Thomas Mann, la madre de Canetti disfrutaban leyendo a Strindberg. Y Strindberg disfrutaba leyendo a Balzac, a Goethe, del que obtiene gran deleite por su percepción alegre. Más allá de las crisis matrimoniales, de la manía persecutoria que padeció, me gusta verle en Solo por todo lo que he dicho, tan plácido,  divagando acerca del escritor del Fausto y sobre Schiller, ese poeta del que alguien me dijo que le parecía muy guapo: como si el poeta fuera una estrella del cine que al salir de los rodajes le diese por estudiar a Shakespeare, Kant y Voltaire.
           
            Cuántos nombres en esta entrada, cuántas ganas de seguir leyendo, y a la vez, que sensación ahora, al mencionar los nombres de Kant, Schiller, Strindberg, de Universo tan lejano del nuestro, como si todo fuera un cuento que pasó hace mucho tiempo… 


Pero necesito que me lo sigan contando.

Patricia L.D.


August Strindberg (Estocolmo, 1849-1912) fue maestro de escuela, actor, telegrafista, bibliotecario, pintor, alquimista y escritor de fama. Su dilatada producción suele dividirse en dos periodos: uno naturalista, que supo elogiar Zola, y otro expresionista, que admiró Nietzsche. El padre (1887), La señorita Julia (1888), Danza macabra (1900) y Espectros (1908) figuran entre sus dramas más aplaudidos por el público y por la crítica, que lo consideró el padre del teatro moderno. Su obra narrativa incluyó novelas, poemas, sátiras, ensayos y narraciones breves. El hijo de la sierva (1886), La plañidera de un loco (1888), Inferno (1897) y Solo (1903) fueron la cima de sus trabajos autobiográficos.
            


jueves, 12 de diciembre de 2013

Besos de arena, Reyes Monforte

Un nuevo libro de reciente publicación de esta autora especializada en temas del mundo árabe y su relación con occidente. Autora de otros libros como «La infiel» comentado en este blog o «Un burka por amor», nos deleita con una nueva historia imbricada en la historia del pueblo saharaui y sus relaciones con España tras el abandono no resuelto aún que se produjo en los años setenta del siglo pasado cediendo a la presión marroquí y con los organismos internacionales mirando para otra parte.

El libro es la historia de Laia, una «haraní» que ha sido entregada por su familia como esclava al saharaui Hamid que vive en una campamento de refugiados. Laia es obligada a hacer todos los trabajos pesados de la casa-jaima hasta que un verano es enviada a Huesca en acogida en una familia con motivo de los programas de cooperación. Debido a una dolencia cardíaca, consigue permanecer con sus «padres españoles» varios años, siendo una buena estudiante, queriendo convertirse en médico, enamorándose de un vecino piloto, Julio y sobre todo, no queriendo volver nunca más a su lugar de origen. Nadie conoce su secreto pero Ahmed, su teórico hermano, no está dispuesto a renunciar a su esclava y se presenta en Huesca queriendo llevársela con él de regreso a «casa». Como lo consigue por las buenas lo hace por las malas y Laia se ve de nuevo, a sus 17 años, lejos de su familia española, de su novio, de sus estudios, inmersa en un mar de sufrimiento y vejaciones físicos que Ahmed le dedica «con sumo cariño». El padre de su prometido, Carlos, tiene su propia historia en la antigua Villa Cisneros y con ayuda de Germán, un anticuario madrileño con el que corrieron andanzas juntos allí, organizan un complejo plan para rescatar a Laia de las garras de su «familia» y devolverla a su sitio en España de donde nunca debió ni quiso salir. El desenlace de la historia es apasionante y está lleno de datos históricos presumiblemente ciertos, si bien esto no se aclara, que han servido de base a la autora para ofrecernos un bello relato de amor dentro del odio y la miseria en un campo de refugiados.
«Somos lo que somos por nuestro pasado. Nunca podrás olvidar de dónde has salido, nunca podrás cambiar eso».
La versión en papel está deleitando a mi madre con sus 416 páginas y a mí me ha deleitado en su versión electrónica con sus 137.341 vocablos. Desasosiegos dormidos del año que pasé en el norte de África casi coincidiendo con la Marcha Verde ya fueron despertados cuando leía «La infiel» y se han puesto de nuevo muy presentes con la lectura de este libro. El mundo árabe y el mundo occidental están condenados a entenderse pero grandes diferencias conceptuales los separan y acrecientan sus diferencias que en muchas ocasiones son dirimidas no precisamente con palabras, sino con hechos muy luctuosos. Ya le dediqué al otro libro una serie de calificativos que me permito copiar y reproducir aquí: desconcertante, desquiciante, desgarrador, asfixiante, duro, atroz, realista, cruel, perturbador, humano, inhumano, cercano, distante, encolerizante, electrizante, dantesco, impactante, violento, salvaje, sangrante, inquietante, crudo, fuerte, emocionante, endiablado, instructivo, ejemplarizante, embriagador, tortuoso, enervante, salvaje, bárbaro....

Historias como estas ponen de relieve la concepción diferente entre los dos mundos de lo que es la familia y las relaciones humanas cuando se gobiernan desde un prisma grabado a sangre y fuego por la tradición y la religión. El desasosiego y comezón que me producen estos temas es preocupante.

martes, 3 de diciembre de 2013

Un viejo que leía novelas de amor, Luis Sepúlveda

Luis Sepúlveda es chileno y cuenta en la actualidad sesenta y cuatro años. Desde muy joven despertó en él un ansia por viajar que le ha llevado a recorrer el mundo de muy diversas maneras, escribiendo entre tanto. A los 20 años publicó su primer libro, contando con varios premios internacionales de literatura. La novela que comentamos, «Un viejo que leía novelas de amor» ha sido llevada al cine y puede verse de forma libre en este enlace.

El protagonista de esta historia es Antonio José Bolívar Proaño, un hombre que vive solo en una choza que el mismo construyó en las afueras del pueblo de nombre "El Idilio" ubicado en las profundidades de la selva amazónica, donde recaló con su mujer, Dolores Encarnación del Santísimo Sacramento Estupiñán Otavalo, huyendo de la civilización para ver si podían tener descendencia pero a la que besó pocas veces porque a ella no le gustaba y era pecaminoso. Muerta por fiebres al poco tiempo, Antonio se convierte en un ser bohemio y solitario que vaga por la selva aprendiendo y respetándola para obtener de ella lo necesario para vivir feliz, que es muy poco, siendo pobre en bienes y rico, muy rico, en libertad. Amigo de y protegido por un pueblo indígena de la zona, los «shuar» que no «jíbaros», está permanentemente enfrentado a la autoridad local, el alcalde, a quién que todos conocen como «el babosa» por su físico y su sudoración continua, y a quién Antonio ridiculiza de forma constante con sus apreciaciones certeras cada vez que se recurre a él

Pero a este apartado mundo y a bordo del «Sucre» llega de vez en cuando la civilización que si por algo se distingue es por complicar la vida, de múltiples formas y maneras, a los locales. Cazadores sin respeto ponen en alerta a las fieras de la zona, una tigrilla, que traerá en jaque a todos hasta que se organiza una partida de caza para matarla. Las continuas meteduras de pata del alcalde en esa partida, que suponen un peligro real sobre todos, lleva a este a ofrecer dinero a Antonio por ocuparse en forma solitaria del asunto, retirándose los demás. Antonio pone en juego todos sus conocimientos para, con gran peligro de su vida, lograr matarla. El doctor Rubicondo de Loachamín, dentista que visita la zona dos veces por año, le provee de libros de amor que nuestro protagonista lee con dificultad pero con enorme deleite.

Cuando caen en nuestras manos, de personas que vivimos en la «civilización» relatos de este tipo, se evocan en nosotros sentimientos de respeto al entorno que desconocemos por lo general en nuestro deambular diario habiendo olvidado las leyes naturales y habiéndolas sustituido por otras muy lejanas de aquellas. El muy claro y preciso lenguaje utilizado en este relato, español de allende el Atlántico, también despierta aquende nuestra imaginación grabando en nuestra mente los limpios sentimientos de nuestro «viejo», evocados con otra musicalidad de palabras que comprendemos pero no usamos, aunque por algunas hemos de acudir al diccionario. El autor vivió en carne propia durante siete meses la experiencia que nos brinda y de la que se han vendido varios millones de ejemplares en todo el mundo. Un libro muy recomendable, pequeño pero matón, con sus 144 páginas impresas conteniendo 25.500 vocablos, que se lee en un santiamén y dejará sin duda en nuestro espíritu un poso de paz y convivencia con la naturaleza que hemos perdido por «disfrutar» de nuestro mundo «moderno y civilizado».

Podemos encontrar un extenso diccionario «ad hoc» que explica gran parte de los vocablos del libro en este enlace

domingo, 1 de diciembre de 2013

El kit de la lucha en internet, Margarita Padilla

A pesar de no ser joven, su gran difusión y uso en los últimos años ha hecho de internet un mundo continuamente cambiante, en el que fijan sus miradas unos y otros y se desarrollan grandes batallas por su control. Margarita Padilla nos esboza en su libro «El kit la lucha en internet» una información de actualidad sobre los diferentes movimientos en su seno que han obtenido una relevancia destacada y han llegado a ser conocidos, y temidos, mundialmente. Tomado de este enlace, Margarita Padilla «aprendió GNU/Linux y los usos sociales y políticos de las nuevas tecnologías en centros sociales okupados. Algo que en la Universidad nunca le enseñaron. Junto a otros hackers, fundó Sindominio.net. Ha emitido radio por Internet a través de Radiopwd, emisora realizada por un grupo de mujeres desde el hacklab de Lavapiés (Madrid), y ha publicado diversos artículos sobre acción política y sobre las nuevas tecnologías comunicativas, como Agujeros negros en la red, en la revista Archipiélago; Penélope, tejiendo y destejiendo la red, en el libro Ciberguerrilla de la comunicación, editorial Virus, y otros disponibles en Internet. En la actualidad trabaja en Dabne, cooperativa de trabajo asociado constituida por mujeres y dedicada al desarrollo de aplicaciones web sobre software libre, aunque le gusta decir que su trabajo consiste en “hacer Internet”». En el siguiente enlace puede leerse verse la muy interesante entrevista que le realizaron en abril de 2009 en el diario publico.es.

Este libro está bajo una licencia « CC - Creative Common» y puede adquirirse mediante compra o descarga gratuita en la web de «Traficantes de Sueños» un proyecto con numerosas ramificaciones entre las que cabe citar «Sábadosnegros» cuyo artífice e impulsor, Manuel, nos ha puesto en contacto con este libro.

El relato presenta tres grandes bloques referidos a movimientos de muy distinto signo como son Wikileaks, Anonymous y Hacktivistas. Mientras la autora nos inunda de información acerca de estos grupos, piezas complementarias nos abren los ojos sobre todo lo que se cuece en este mundillo abierto y dinámico de la red, que aunque muchas veces no alcancemos a comprender es bueno saber que existe para intentar prepararnos o por lo menos estar alerta en nuestras incursiones en en este espacio tan maravilloso como peligroso.

En estos días ha saltado la noticia de la posibilidad de que la televisiones sean capaces de grabar información visual y auditiva en los hogares donde están instaladas y, utilizando su conexión a internet, enviar información a fabricantes u organizaciones sin consentimiento e incluso saltándose la prohibición expresa de hacerlo, algo esto que es muy común y frecuente en los «smartphones» que muchos de nosotros llevamos encima. En el libro puede leerse que «El año pasado, Amazon utilizó la puerta trasera de su e-reader para borrar remotamente miles de copias de 1984, de George Orwell. Han privatizado el Ministerio de la Verdad».

En el libro se encuentra reproducida una entrada en un blog de hace casi tres años firmada por Amador Fernández-Savater que no tiene desperdicio y puede leerse completa en este enlace. Una persona que asiste a una cena con otros poderosos que tratan de «encorsetar» internet desde el miedo. Una frase que llega es «Me preocupa esa combinación de ignorancia y miedo, porque de ahí solo puede resultar una cosa: el recurso a la fuerza, la represión y el castigo. No son los ingredientes básicos de la sociedad en la que yo quiero vivir».
«La lucha en Internet no solo no está ni puede estar controlada por organizaciones o colectivos, sino que está plagada de iniciativas personales, episodios en los que «cualquiera» da un paso que otros «cualquiera» tomarán como propio y completarán (o no)»

«WikiLeaks y Anonymous operan globalmente; Hacktivistas es local. Anonymous y Hacktivistas son horizontales; WikiLeaks es vertical. WikiLeaks y Anonymous usan la opacidad; Hacktivistas la transparencia. Anonymous y WikiLeaks se mueven en el filo de la legalidad; Hacktivistas no traspasa esa barrera. WikiLeaks es centralizado; Anonymous es descentralizado. Anonymous lleva máscara, Hacktivistas da la cara. WikiLeaks es personalista, Anonymous es anónimo.>>

sábado, 30 de noviembre de 2013

HISTORIAS DE UNAS MANOS. TRES AUTOBIOGRAFÍAS.

Tengan un poco de paciencia y acompáñenme –en esta máquina del tiempo improvisada –a Cambrils, año 1909. ¿Ven a ese niño de cinco años que está sentado en el sillón, en esta habitación repleta de juguetes? Sí, está vestido como un rey, con su capa de armiño y su corona doradísima. Justo ahora está presionando con las manos sus pequeños párpados, para visualizar esas imágenes que tanto le gustan: primero unos huevos fritos (sin sartén) y unos relojes a punto de derretirse. A continuación se ve –cómo no –a sí mismo, junto a un amigo, paseando los dos por el campo. Están atravesando un puente sin barandas. Mientras él camina, ayuda a avanzar al otro, que va en triciclo, y de repente, se le ocurre una idea muy brillante, así es de original.
            Gira su cara para ver si viene alguien, y al comprobar que sólo ellos dos están en ese paisaje, decide darle un empujón al niño del triciclo que cae cinco metros rodando. Nuestro pequeño rey mira hacia abajo, sonríe, y corre a su casa para contar lo que ha pasado: ¡el niño se ha caído! ¡el niño se ha caído!
            Mientras el niño dolorido está tumbado en su cama, nuestro rey con pantalones cortos se encuentra en la planta de abajo, en una mecedora balanceándose una y otra vez, una y otra vez, qué bien se siente. Observa desde su privilegiada posición como bajan dos muchachas con jofainas llenas de sangre. Pero él está de buen humor, en esa mecedora adornada con labor de crochet que cubre el respaldo, los brazos y el almohadón del asiento, mientras él se lleva unas cerezas a su boca rosada. También la labor está adornada con gruesas cerezas de terciopelo. Qué bonito, cómo se gusta y cómo le gusta todo.
            Le vemos coger el camino de regreso a su casa, lleno de gozo, contemplando el contraste de los colores del campo, ¿no ven lo hermoso que es todo? Llama a la puerta y una vez dentro grita: ¡Estoy aquí madre! ¡Que me traigan mi traje de rey!
            De nuevo en su habitación, vestido de rey, alcanza con sus manos el cetro que hay junto al sillón.
(…)
Viajemos ahora al 1910, esta vez a Rustshuk, Bulgaria. Otro niño de cinco años está sentado sobre su cama, en una habitación más modesta que la anterior: una cama, una mesita y una lámpara. Mira fijamente el papel de la pared, los numerosos círculos oscuros de su dibujo. Está moviendo su boca, dando vida a diversos personajes que parece observar, animándolos con su voz. Cierra la boca y sigue mirando. Hasta que sus ojos se quedan fijos y vemos que ahora aparece en un patio fuera de la casa, jugando a la pelota solo. Llega una niña, un poco mayor que él con un montón de cuadernos. Él sale corriendo hacia ella, le pregunta qué tal en el cole, qué es lo que has aprendido hoy, ¿te han leído cuentos? La niña empieza a contarle y él se muere de gusto con lo que escucha de boca de su prima, que ya está aprendiendo a leer y a escribir.
            La niña abre uno de los cuadernos y el pequeño queda fascinado con todas esas letras llenas de tinta azul. ¿Observan cómo acerca su mano para tocarlas? Pero la prima se adelanta a los deseos del pequeño y cierra de golpe el cuaderno. Que se entere que le han prohibido enseñarlo, que nadie más –sólo, sólo ella –puede tocarlo.
            El niño le pide cariñosamente que le deje señalar las letras con el dedo, sin tocarlas, y preguntar al mismo tiempo qué significan. La niña le deja, le responde diciéndole el significado, pero el niño nota que lo dice con titubeos y le grita: ¡No lo sabes! ¡Eres una mala alumna!
            Al día siguiente se repite la misma historia. Le pide que le deje los cuadernos. Que pueda ver lo que hay escrito.
            Ella los saca y los contempla sin que el niño pueda ver las letras: ¡Eres demasiado pequeño! ¡Eres demasiado pequeño! ¡Aún no sabes leer!
            Sale disparada hacia un muro y ahí los deja, fuera del alcance del niño, que aunque salta y salta no consigue llegar.
            El niño furioso va al patio de la cocina, agarra con sus manos bien fuerte el hacha de cortar la leña. Regresa donde está ella: ¡Agora vo matar a Laurica! ¡Agora vo a matar a Laurica! Y ella sale corriendo dando gritos, chillando como una loca.
            El abuelo va corriendo hacia el niño para detenerle. Le quita el hacha de las manos y le regaña.
            El abuelo y otras personas deliberan qué castigo merece el niño.
            Subamos otra vez a la habitación. Sigue mirando el papel de la pared. Entra su madre y él la abraza, apretándola fuerte con sus manos: Pronto aprenderás a leer y escribir. No tienes que esperar a ir a la escuela. Puedes aprender ahora mismo, le consuela ella.
(…)
            Y nuestro último viaje nos exige viajar a otro continente, quizá por unas calles que podríamos llamar de Las Pequeñas Tristezas (como le gustará llamarlas a nuestro protagonista cuando se haga mayor). Estamos en el año 1902, en Nueva York. Él tiene ahora once años. Baja corriendo las escaleras de su casa, para llegar al saloncito de la primera planta. Se encuentra una bicicleta y unos cinco libros. Es el día de Reyes. Con una mano toca el sillín de la bici, pero a los pocos segundos se va directamente a por los libros. Lleva una bata puesta, tiene frío, pero coge uno y se sienta tiritando en el suelo. Lo abre.
            Ahora está junto a su primo de la misma edad, jugando en un parque. Una pandilla se acerca a ellos y empieza a gritarles: ¡sois unos maricas! ¡sois unos maricas! El primo coge una piedra y la lanza al vientre de uno; él también decide coger otra piedra y lanzarla contra el mismo niño. Accidentalmente le da en la cabeza. Cae muerto, y sus amigos se agachan rodeándole. A lo lejos se oye la sirena de un coche policía. Los primos salen corriendo, perseguidos por dos de la pandilla, pero consiguen escapar, han sido más rápidos. Están agotados del esfuerzo.
            Si nos acercamos a casa de su tía, veremos cómo ésta les está preparando a los dos sus rebanadas de pan de centeno, con mantequilla fresca y un poquito de azúcar. Las devoran mientras escuchan a la mujer, con una sonrisa angelical.
            Despidámonos de él donde le dejamos, en la salita, con su bata, y sus manos sosteniendo el libro que tenía abierto.
            Despidámonos de este viaje en el tiempo y volvamos al 2013.
 (...)
            Todas estas manos, las que empujan al niño del triciclo y cogen el cetro; las que sostienen con fuerza el hacha contra una niña, señalan unas palabras y  abrazan a una madre; así como las que lanzan una piedra y sostienen un libro,  pertenecen respectivamente a Salvador Dalí, Elias Canetti y Henry Miller. Unas manos de niños que sirvieron más tarde para crear unas obras ejemplares. He adaptado a mi antojo estos fragmentos de vida que he encontrado en sus autobiografías porque me parecieron bastante reveladores, y me pareció que se podían poner  en relación unos con otros a través de esas manos.
            El primero lo hallé en Vida secreta de Salvador Dalí un libro que considero una genialidad. Me lo dejaron y al final lo he comprado, demasiada tentación. Voy por la página 115 y son 430, así que quizá en otra ocasión le dedique otra entrada.
            El de Elias Canetti (premio Nobel de Literatura en 1981) pertenece al primer volumen  de su autobiografía formada por los libros, La lengua salvada, La antorcha al oído y Juego de ojos.  He leído los dos primeros, y de vez en cuando me gusta releer sus páginas. Empecé en 2009 y espero en breve leer la parte que me falta.
            Y el de Henry Miller pertenece a su Trópico de Capricornio.  Henry Miller aparece en todo lo que escribe, incluso cuando escribe sobre otros, así que creo que podríamos considerar todos sus libros autobiográficos. Me parece curioso –lo contó en una entrevista –que padeciera fagomanía, porque cuando le leemos nos da la sensación de ser un hombre con un hambre descomunal de/por todo. Si nunca han leído nada de él recomendaría antes que los Trópicos (Trópico de Cáncer, Trópico de Capricornio) empezar por El coloso de Marusi y sus Cartas a Anaïs Nin o Cartas Durrell-Miller. 1935-1980. ¿Y por qué no recomendar el Trópico de Capricornio que lo he leído tres veces? Pues porque Miller creo que es un caso raro, perteneciente a esa especie que en su autobiografía se pinta peor de lo que es. Así lo dijeron sus amigos más cercanos, como Lawrence Durrell: Debe admitirse, sin embargo, que Miller disfrutaba bastante dando una imagen de sí mismo que sugiere algo entre un fullero, un cow-boy y un payaso; es en realidad su propio fallo si el crítico se atemoriza ante la imagen que presenta de un malhechor despiadado, antisocial e inmoral. Esta vena fáustica en Miller es, sin embargo, una fuente de considerable diversión para sus amigos, que saben que es el más amable, considerado y honorable de los hombres. Ciertamente su generosidad fundamental y su bien corazón le confieren unos rasgos muy poco adecuados para interpretar a Mefistófeles. (Fragmento perteneciente al libro Tres calas en la novela norteamericana del siglo XX, de Bernd Dietz).
            Igual en sus cartas y en El coloso de Marusi vemos otro Miller que nos prepara para el de los Trópicos… Si es que se necesita preparación.
Bon apettit

Patricia L.D.
 Salvador Dalí (1904-1989)
Elias Canetti (1905-1994)
Henry Miller (1891-1980)

jueves, 28 de noviembre de 2013

No estamos locos, El Gran Wyoming

@wyoming_ Este médico que ha hecho de todo, y a mi entender bien o muy bien, menos de medicina, ahora nos hace llegar un libro, «No estamos locos», para comunicarnos sus reflexiones sobre lo que está pasando y, lo que es peor, lo que no está pasando pero debería de pasar sin queremos tener un poco de esperanza en el futuro. Tuve la oportunidad de conocerle personalmente hace unos años en una asistencia mía como espectador al enorme y añorado programa, ya desaparecido como otros, de Toni Garrido en las tardes de Radio Nacional. Pocas personas habrá que no hayan oído hablar de José Miguel Monzón Navarro, «El Gran Wyoming», reciente premio «Ondas 2013», un madrileño «guasón» dicho sea con todos los respetos y cariño, que se acerca a los '3C'x años y que en estos momentos y junto con un elenco de buenos profesionales nos entretiene al tiempo que nos abre los ojos en el programa «El intermedio» de «La Sexta», a las 21:30 de lunes a jueves, contándonos de una manera bien distinta a lo que pudiera parecer las noticias del día. Al menos, consigue hacernos reir con sus comentarios acerados y punzantes, a veces mordaces, sobre asuntos que nos atañen y por los que realmente deberíamos entristecernos cuando menos e incluso llorar.

A lo largo de sus 304 páginas en la edición impresa o algo más de 107.000 vocablos en la electrónica, el texto es un recorrido por la historia de España desde sus orígenes hasta la más rabiosa actualidad hace pocos meses. Desde sucesos del pasado reciente, como entre otros y que recuerde en estos momentos, la Guerra Civil, la bomba atómica de Palomares, la transición a la muerte de Franco, las apariciones de la Virgen en El Escorial, el Prestige, la «liberalización» a finales de los 90… hasta el «los españoles hemos vivido por encima de nuestras posibilidades» y todo lo que esto supone en la actualidad, no falta comentario y opinión con su punto de vista con el que podemos coincidir o no pero que en todo caso nos dará que pensar si nos queda algo en la mollera para cuestionar tanta ignominia, tanta mediocridad y tanta hipocresía cuando no falsedad o mentira manifiesta que nos rodea y especialmente procedente de aquellos que deberían cuidarse del bien común general, del bien de los ciudadanos, de su presente y su futuro y no de intereses personales o empresariales en beneficio propio o de su grupo de amiguetes.

Poco hay que comentar. Lo único es recomendar su lectura en pequeñas dosis para evitar el atracón de tanta información como contiene, mucha de ella sabida pero que no conviene olvidar y viene bien recordar y tener presente. Como digo, un libro para volver sobre él entre lecturas de otros porque de un tirón puede llegar a cansar, no porque sea malo que no lo es, sino por su contenido.

No quería hacerlo porque es muy difícil decidirse por algunas, pero aquí van algunas frases rescatadas de su contenido

El triste presente que nos ha tocado vivir pasa por la judicialización de la política.

Hemos asimilado lo impresentable. Damos por bueno lo inadmisible. Hemos caído en el conformismo. Legitimamos con la pasividad el latrocinio, la prevaricación y el uso de lo público con fines espurios.

Entrégame tu voto, que haré en tu nombre lo que a mí me dé la gana.

Parafraseando al presidente podemos decir que es inocente de todo, salvo de «algunas cosas». Y deben de ser esas cosas las que le mantienen unido al recluso en un compromiso que no se explica ni a través de un plasma.

España tiene una deuda con ellos, con todos los que yacen en las cunetas, junto a las tapias de los cementerios y en los olivares, en fosas comunes, por luchar por la libertad. Fueron asesinados a causa de sus ideas y constituyen el mayor testimonio de vergüenza de la humanidad, todavía, ochenta años después de aquel infame golpe de Estado que muchos cargos electos aún se niegan a condenar.

Hasta aquí hemos llegado.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Intemperie - Jesús Carrasco

Primera novela de este autor, intensa, atemporal, sin personajes conocidos, pero con una descripción profunda del entorno rural y campestre donde se desarrolla.
Es la historia de un niño que huye de su casa, en un entorno rural, y que ha tomado la decisión con conciencia para evitar que le sigan castigando.
Desde el momento que abandona su hogar, está a la INTEMPERIE, escondiéndose como buenamente puede de quienes le buscan con ansia.
En un momento de la huida, con hambre y sed, se encuentra con un cabrero, que sin ninguna muestra de cariño, va a ser un personaje muy importante en sus aventuras por evitar que lo encuentren el alguacil del pueblo y sus ayudantes.
Lo que va a pasar, pasa muy rápido ya que es un libro para leer casi de un tirón, si no fuera por la multitud de palabras de las que yo desconocía el significado, me pasa como con los libros de Delibes, que tengo que recurrir muchas veces al diccionario para comprender muchos términos.
Es un libro duro, muy duro, quizás, pero con una estructura que me resulta innovadora, plana y evolutiva para explicar los hechos, sin recuerdos que nos den pistas sobre el pasado, simplemente avanzando en la historia descubriremos todo, y que la educación que recibimos nos hace como somos, humanos en toda su intensidad, y los humanos hacemos de todo…..

Impresionante primer libro de un autor que estoy seguro va a ser muy leído, a pesar de la dureza.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

El médico hereje, Jose Luis Corral Lafuente

Jose Luis Corral es uno de los maestros indiscutibles de la novela histórica en España. Aragonés nacido en Daroca, es catedrático de Historia Medieval en la universidad de Zaragoza y autor de una treintena de ensayos y novelas algunas de los cuales han sido reseñados en este blog y pueden encontrarse utilizando el buscador. Ha colaborado también en numerosos medios de comunicación y revistas de divulgación, habiendo sido asesor de Ridley Scott en la película "1492. La conquista del paraíso".

La historia está centrada en el último año de la vida de Miguel Servet. Le encontramos en 1552 con otro nombre y actuando como médico personal del arzobispo Pamies, en la localidad francesa de Viennes. Nacido en Villanueva de Sijena, en la comarca aragonesa de Monegros, Miguel se ha nacionalizado francés huyendo de la persecución en España y tras múltiples destinos y estudios lleva una vida tranquila bajo la protección del arzobispo y viviendo en el propio palacio episcopal. Pero la mente de Miguel bulle y anda enfrascado en la publicación de su libro «Restitución del Cristianismo» en una edición anónima dado el carácter claramente reformista sobre los conceptos católicos imperantes. Al final no se resiste a imprimir sus iniciales, MSV, además de incorporar unas cartas que mantuvo hace años con Calvino. No contento con ello, manda un libro al propio Calvino, que entra en cólera tras su lectura, reconoce al autor, indaga y utiliza sus influencias desde Ginebra para lanzar un proceso de la Inquisición francesa contra Miguel, que próspera a pesar de sus irregularidades y le condena a muerte. Ayudado por el Arzobispo y un jefe de la guardia que le profesa gran reconocimiento al haber salvado a su hija de una muerte segura, logra escapara acompañado de su criado y se dirige a Italia. Calvino, astuto y vengativo, logra atraer a Ginebra a nuestro incauto y soberbio protagonista en aras a dirimir un encuentro dialéctico que tienen pendiente desde hacía años. Calvino logra su detención por las autoridades ginebrinas y fuerza y dirige en las sombra un proceso judicial que dará con los huesos de Servet en la hoguera, principalmente debido a la terquedad y soberbia del reo que desoye todas las indicaciones que le hacen algunos simpatizantes para lograr su absolución o al menos que la condena no sea a muerte.

Incondicional seguidor de este autor y habiendo leído prácticamente toda su obra, me quedan restos del mal sabor de boca que me dejó su novela «El códice del Peregrino» aunque ya en «El enigma de las Catedrales» habíamos recuperado el José Luis Corral de siempre, aquel que hace años me impactó con «El salón dorado». Una obra esta sobre nuestro médico e ilustrado aragonés del siglo XVI que recupera su memoria y nos retrotrae a esa época donde la religión estaba metida hasta la médula en las personas y los hechos, una época en la que tuvieron lugar numerosas guerras y atrocidades que todavía hoy en día no se han aprendido del todo, como el mismo autor reflexiona
«Cuatro siglos y medio después de la muerte de Servet, algunos europeos no habían aprendido nada del extraordinario mensaje del médico aragonés. Y creo que seguimos sumidos, al menos en ese sentido, en una peligrosa ignorancia»
No vamos a descubrir nada sobre la prosa de este autor, amena y erudita, agradable de leer y que envuelve al lector hasta transportarle a la época en cuestión. A poco que uno disponga de tiempo y le gusten estos temas históricos quedará atrapado por la lectura y el mundo mágico que describe. Como es usual, al final el autor nos pormenoriza lo que hay de histórico y lo que hay de inventado en los hechos narrados, nos indica una gran cantidad de lecturas y sitios donde obtener información y una cronología detallada de la vida de Miguel Servet en ese su último año de vida.

Solamente indicar, para aviso de navegantes, la reiteración en las disquisiciones religiosas y filosóficas que inundan el libro y que pueden llegar a cansar en algún momento si no se tiene un interés en ellas. En sus 396 páginas impresas, 90.000 vocablos, el protagonista es citado en 743 ocasiones, Calvino en 446 y palabras tales como «hereje» o sus derivados aparecen en 215 ocasiones. En resumen, una lectura cómoda y atractiva como las clásicas a las que nos tiene acostumbrados este autor.

domingo, 17 de noviembre de 2013

La cena, de Herman Koch

Nacido en 1953 en Arhelm, Herman Koch es el autor de este libro que fue la sorpresa editorial en Holanda en el año 2.009 y está traducido a varios idiomas. Actor de televisión de profesión es muy conocido por sus libros y sus colaboraciones en la prensa. Está casado con una española y estuvo presente en la última feria del libro de Madrid. Otro título suyo que rivaliza en recomendaciones es «Casa de verano con piscina»

Dos matrimonios han quedado a cenar en un restaurante exclusivo de lujo de Ámsterdam, reservando el día anterior cuando hace falta un mínimo de siete meses para hacerlo. Paul y Serge son hermanos y este último político de renombre que aspira a conseguir ser primer ministro de la nación en las próximas elecciones. La cena tiene una finalidad que ambas parejas van posponiendo dedicándose en los primeros compases a hablar de banalidades como películas de cine o las vacaciones, pero poco a poco se va descubriendo la personalidad de cada uno. La acción de todo el libro transcurre en la duración de la cena pero las evocaciones de hechos pasados descritas por el narrador complementan la trama. No se puede comentar la esencia de la narración sin desvelar la trama, aunque sí podemos decir que la tensión va subiendo de tono al entrar a tratar un suceso que afecta a sus hijos adolescentes de quince años y por extensión a sus matrimonios…

Lo primero que hay que decir tras devorar sus 288 páginas o 70.750 vocablos es que nadie puede quedar indemne tras su lectura, ni siquiera el lector. Hacer comentarios sin desvelar la trama se presume como harto difícil, pero lo intentaré. Aunque parece tangencial al asunto, las descripciones de los que afecta al restaurante, su dueño, sus empleados, la carta y como se desarrollan los acontecimientos harán las delicias de los aficionados a comer fuera de casa y proporcionarán buenas pistas derivadas de una crítica mordaz: el «dedo meñique» del maître y sus comentarios no tienen desperdicio. «Si dentro de unos siglos los historiadores quieren saber cuán idiota era la humanidad a comienzos del siglo XXI, no tendrán más que echar un vistazo a los ordenadores de los llamados restaurantes selectos, porque resulta que todos esos datos se guardan». Como se atisba, la novela no es lo que parece incluso después de un buen rato de lectura

El libro, con sus grandes dosis de psicología, descompone, amedrenta, levanta ampollas, propicia debate, anima la discusión incluso del lector consigo mismo si realiza el examen de conciencia que se le propone y al que no va a poder escapar. El concepto de sociedad occidental del bienestar, de la educación a los hijos, de las relaciones con nuestra pareja o nuestros hijos, de los actos sociales y simplificando, de nuestra vida cercana queda patas arriba y pendiente de revisión: los valores que tanto proclamamos parece que se tambalean y, lo que es peor, son acomodaticios a las situaciones que nos toca vivir. No se escarmienta en cabeza a ajena ni es lo mismo opinar del prójimo que de nosotros mismos. Varias preguntas rotundas: ¿Debe delatar un padre a su propio hijo si ha cometido un delito? ¿Hasta dónde llega la responsabilidad de los padres en las acciones de sus hijos? ¿En qué sociedad vivimos?
«Sólo me atrevería a añadir que las familias desdichadas, y sobre todo los matrimonios desdichados, nunca pueden estar solos. Cuantos más testigos tengan, mejor. La desdicha busca siempre compañía. La desdicha no soporta el silencio, sobre todo los silencios incómodos que se producen cuando se está a solas».

jueves, 14 de noviembre de 2013

JOSE DOCAVO ALBERTI, LOS RELATOS DEL INGENIERO ANDANTE, VOL.1.

@JoseDocavo nos comunica que hoy y hasta mañana a las 9:30 horas, se puede adquirir gratuitamente el Volumen 1 de su libro  "Los relatos del ingeniero andante". Aquí os dejo el enlace que nos ha enviado, desde el que podéis descargar el ebook:



No puedo escribir sobre el libro ya que no lo he leído, pero sí agradecer al autor el querer compartirlo con nosotros. 


Patricia L.D. 

Una mujer desnuda, de Lola Beccaria

@LolaBeccaria Escritora gallega nacida en 1963 que actualmente reside en Madrid, trabaja desde el año 1987 en la Real Academia Española realizando trabajos como lexicógrafa y lingüista, datos estos y otros que pueden ser consultados en su página web. Sus publicaciones son muy variadas, constando de relatos, artículos de prensa y de investigación, a los que hay que añadir seis novelas publicadas hasta el momento: «La debutante» (1996), «La luna en Jorge» (finalista del Premio Nadal 2001), «Una mujer desnuda» (2004), «Mariposas en la nieve» (2006), «El arte de perder» (Premio Azorín 2009) y «Zero» (2011).

El relato es una descripción de la vida de Martina Iranco desde a su niñez a su mayoría de edad. Falta de caricias y atemorizada por la rigidez de los planteamientos paternos, descubre a Damián, médico amigo de la familia, que la inicia a sus siete años en el descubrimiento de las sensaciones de su cuerpo de una manera natural. Tras unos escarceos estudiantiles, descubre a Hernán, ejecutivo y padre de su amiga Carlota que la «pondrá piso» y la llevará por sendas ignotas e inexploradas. Con la marcha de Hernán por motivos laborales, Martina transita un par de años por un matrimonio aburrido para llegar a convertirse en ministra del Interior, donde nuevamente relanzará sus instintos en diversas y variadas situaciones. En esto, regresa «su» Damián de siempre, ya mayor, pero en una situación personal comprometida que condicionará una vez más la vida de Martina…

Este libro fue recomendado por Lorenzo Silva en los cursos de verano de la Complutense y ha estado esperando pacientemente su turno. Una vez leído casi hay que pedir perdón por la demora. Sus poco más de doscientas páginas son un descubrimiento tras otro en el mundo del erotismo, visto desde el punto de vista de una mujer. Todo el mundo leyendo esa trilogía que se ha hecho tan famosa y este libro en paradero desconocido. A mí, que soy hombre, me ha encantado y tengo la seguridad a las mujeres les encantará todavía más. Es uno de esos libros en los que tras algunos pasajes te entra la duda de seguir leyendo pero que cuando llegas al final te alegras de no haber sucumbido al abandono. Un relato conciso, directo, fuerte, duro, transgresor, sin pelos en la lengua, tras el cual los conceptos del erotismo y del sexo cambian definitivamente o al menos se cuestionan. Hay demasiadas componendas, demasiados prejuicios, demasiados pecados, demasiados convencionalismos y demasiados «noes» a su alrededor que alejan a los seres humanos, racionales ellos, de todo lo bonito y placentero que puede tener el erotismo y el sexo «per se» sin más connotarse con otros terrenos como el amor o los sentimientos a los que indefectiblemente va unido pero también demasiado condicionado. Se nos pasa la vida escondiendo nuestros sueños y llegamos al final con las manos vacías. Enorme descubrimiento de esta autora gracias a mi admirado Lorenzo Silva, al que agradezco su mención.

lunes, 11 de noviembre de 2013

El paciente de El Pardo, Jose Luis Palma Gámiz

@jlpalmagamiz En mi reciente interés por temas de la Historia de España del siglo XX he tenido la enorme suerte de toparme con este libro cuyo autor, José Luis Palma Gámiz, fue uno de los doctores, el más joven, que atendió a Franco en su mes y pico de agonía antes de dejar este mundo el 20 de noviembre de 1975. El autor es doctor en medicina por la universidad de Navarra y formado en cardiología en Canadá. Formaba parte del equipo del yerno del generalísimo, Cristóbal Martínez Bordiú, cirujano también, por lo que fue llamado por este desde los primeros momentos para formar parte del conjunto de médicos que llegó a constar de treinta y siete integrantes. Colaborador en prensa, radio y televisión, es autor de varios libros que aparecen referenciados y comentados por él mismo en el epílogo, así como una sucinta información de sus vivencias y su motivación para agarrar la pluma y complementar su profesión de médico con la de escritor.

En algo más de setenta mil vocablos, el libro narra con precisión los hechos reales ocurridos alrededor de Francisco Franco desde el quince de octubre de mil novecientos setenta y cinco, fecha el primer infarto agudo hasta el fallecimiento ocurrido un mes después. «En contra de lo que se piensa, ni siquiera la muerte iguala a los seres humanos. Como yo ya sospechaba» Con información de primera mano al estar presente casi de forma permanente junto al enfermo, primero en el palacio de El Pardo y finalmente en la residencia Sanitaria de La Paz, vivencias y pensamientos profesionales se entremezclan con los personales en esta narración, que supuestamente hace el autor a una de sus hijas, refiriendo hechos ocurridos muchos años atrás, pero de los que guarda vívidos recuerdos e información escrita en una carpeta de «fuelle».
«… el paciente, quizá por su aparente indefensión, por su precario estado de salud o simplemente por su edad avanzada, inspiraba más compasión que otra cosa. Era difícil imaginar, teniendo aquel ser doliente y menudo a la vista, que a lo largo de su vida hubiese sido el actor de tantas y tantas cosas terribles como sus oponentes y enemigos contaban de él. »

« … que los viernes por la noche se dedicaban, mientras cenábamos en restaurantes muy progres, a pontificar sobre la nueva España libertaria entre vahos de cigala y aroma de cohíbas. »

«…aplicaban el tratamiento del pim pam pum a todo bicho viviente. »
Parece casi imposible una narración de lo ocurrido en un mes desde un punto de vista médico dé para escribir un libro. Un libro que me ha resultado, lo tengo que decir así, delicioso, por cómo se cuentan las cosas con independencia de ellas. Yo era muy joven cuando ocurrieron los hechos y solo recuerdo haberme enterado de la muerte del dictador a la salida del Metro camino de mi trabajo. Había muchos intereses creados por unos y otros y mucho se dijo y se ha seguido diciendo sobre su muerte, su fecha y sus condiciones. Creo que con la lectura de este libro, si se le da crédito y yo lo hago, queda todo clarito y meridiano. Me ha parecido muy bien narrado, perfectamente seguible y recomendable incluso aunque no estemos interesados en el tema por sus connotaciones, como ejercicio de sinceridad y de humanidad de un médico que sin quererlo se vio de pronto metido en el ojo del huracán en una carrera por detener o postergar lo que cada día que pasaba se veía que no tenía solución humana. Llegado este momento, ni un equipo de treinta y siete médicos de los mejores, con enfermeras, anestesistas y todo lo que hiciera falta, fueron capaces de sacar adelante a una persona que fallecía.

Por poner un pero, muy localizado y casi anecdótico, me ha extrañado el tratamiento que el autor, no olvidemos su condición de médico, hace en sus referencias a la hipnosis y un «estado transitorio de hipnosis» en su encuentro con una logia masónica, cayendo en uno de los «mitos» de la hipnosis que tanto confunden a la población en general y que no deberían hacerlo con un profesional.
«Una España sin Franco, en aquellos instantes, era una España abocada a un precipicio tenebroso y también, una España asomada al balcón de la esperanza. En cualquiera de los casos era una España nueva donde cualquier cosa, buena o mala, era posible».

«Desempolvé mi chaqué de bodas, me lo probé y concluí que aguantando un poco la respiración parecería que lo hubiese recién alquilado en Cornejo».

«Cuando se cierra una etapa de la vida que, para bien o para mal, se ha vivido intensamente, queda un extraño vacío en las recámaras de la mente que el óxido de las nostalgias trata inútilmente de rellenar»

miércoles, 6 de noviembre de 2013

La visita del arzobispo, de Adam Bódor

«Adam Bódor es un escritor húngaro nacido en Cluj-Napoca (Rumania). Perteneciente a la población húngara de Transilvania, fue detenido y encarcelado por la policía política en 1953, por participar en un movimiento anticomunista. Su obra surge de una vivencia directa, su estancia en la cárcel durante dos años y en dos países dictatoriales, Rumania y Hungría, experiencia siempre latente en sus libros, ¿Cómo es un puerto de montaña? (1980), Las montañas de Zangezur (1981), El Éufrates en Babilonia (1985), El distrito de Sinistra (1992), La visita del arzobispo (1994) y El olor de la prisión (1999)» [Texto tomado de wikipedia]

La acción tiene lugar en Bogdanski Dolina, una localidad situada entre las montañas de los Cárpatos, donde se encuentra Izolda, un cetro de aislamiento para enfermos de pulmón que se utiliza también como prisión encubierta para los que no se someten a una jerarquía eclesiástica que hace y deshace a su antojo y para la que los seres humanos son material de usar y tirar. Gabriel Ventuza ha llegado para llevarse los restos de su padre, un vividor que se dedicaba a actividades no del todo lícitas. Convertido por un hábito prestado y unas barbas en capellán castrense, entra y sale en el recinto de Izolda varios días a la semana para confesar a los enfermos y recluidos. En la ciudad hay inmensos vertederos que atraen animales y gaviotas amén de inundar la de olores nauseabundos. Nada importa excepto los preparativos para la visita del arzobispo que nunca tiene lugar.

El Medvegyica era allí el río fronterizo, y una noche, tras unas copiosas lluvias, no rompió los diques de contención entre bramidos y estruendos, sino en silencio y con alevosía. A partir de esa vez, no rodeó la ciudad por el norte, sino por el sur. El hecho de que algo terrible había sucedido fue señalado, además, por el hedor penetrante que flotaba sobre el paisaje debido a los numerosos retretes inundados. En las escasas horas de una noche oscura como boca de lobo, mientras sus habitantes dormían, Bogdanski Dolina fue a parar a la otra orilla. A otro país.

La atmósfera que se nos retrata, en blanco y negro, es verdaderamente angustiosa y asfixiante, una sociedad resignada en su lucha por la supervivencia en medio de la nada, en un ambiente de abuso de poder de la jerarquía, eclesiástica pero que podía ser otra, que hace y deshace sin ningún control. Hay escenas verdaderamente sublimes, como el detalle del el capellán castrense transportando, escondido en su entrepierna, un frasco de vidrio que contiene un trapito chupado por Natalia Vidra para entregárselo a su marido Sebastián, recluso en contra de su voluntad en el recinto de Isolda, como única manera de mantener vivo su matrimonio en la distancia.

No es conveniente aproximarse a un libro con gran expectación. Llevaba tiempo detrás de él, recomendado muy efusivamente por un amigo y quizá tantas ganas han traído una decepción. Al menos lo he leído entero y no puedo decir que sea un mal relato, pero en todo momento andaba como perdido, leyendo pasajes interconectados con un hilo y un ambiente común, que no parecían llevar a ningún desenlace, como así ha ocurrido al final, que me ha sorprendido sin enterarme y quedándome con la boca abierta y sin poder decir nada, ni bueno ni malo, sino todo lo contrario. Tendré que leer algún otro libro de este autor para formarme una opinión.

martes, 5 de noviembre de 2013

El lector, Bernhard Schlink

Bernhard Schlink, un juez y profesor de universidad alemán, nacido en 1944, es el autor de esta novela, publicada en 1995 y traducida a varios idiomas. Había escrito novelas policíacas con anterioridad pero el reconocimiento público le llegó cuando «El lector» fue llevada al cine en 2008. Relativamente corta, 46.500 vocablos, se lee con facilidad viéndose el lector inmerso desde los primeros momentos en un historia intensa enternecedora y desgarradora.

Transcurre 1958. Michael Berg es un joven de quince años que un día, mientras regresaba del colegio a su casa, se encuentra mal, se refugia en un portal y comienza a vomitar. Allí es atendido por Hanna Schmitz, de 36 años que vive en el edificio. Pasado un tiempo, acude de nuevo con una ramo de flores para agradecerle el gesto y ella le solicita ayuda para subir unos cubos de carbón del sótano. Cuando llega con ellos está cubierto de hollín y Hanna le conmina a quitarse la ropa para sacudirla y tomar un baño para poder volver a su casa limpio. A la salida de la bañera una atracción surge entre ellos y acaba siendo el comienzo de una intensa relación erótica. La escena se repetirá varias veces casi sin palabras pero Hanna solicita de Michael que, antes de sus escarceos, le lea pasajes de libros de autores clásicos como Schiller, Goethe o Dickens. Hanna es cobradora de una línea de tranvías y con el tiempo, cuando va a ser ascendida por hacer bien su trabajo, desaparece de la ciudad sin dejar rastro. Pasan siete años cuando Michael, estudiante de derecho, asiste a un juicio en el que seis guardianas de las S.S. son juzgadas por sus acciones en campos de exterminio de los judíos. Una de ellas es Hanna, que no reconoce en ningún momento ante el tribunal su más guardado secreto: «Hanna no sabía ni leer ni escribir» que se nos revela bien avanzada la lectura. Se arroja sobre sí mayores culpas que sus cinco compañeras y es condenada a cadena perpetua. Michael no interviene pero empieza a mandarle a la prisión cintas de casete con lecturas de libros grabadas, lo que ahora llamaríamos audiolibros. Con el tiempo Michael se casa pero fracasa en su matrimonio del que tiene una hija. Tras dieciocho años de Hanna en prisión, recibe una llamada de la directora de la cárcel en la que se le comunica que va a ser liberada y se le solicita se interese por ella en sus primeros pasos fuera de la cárcel, dado que parece que es la única persona con la que Hanna parece tener relación. Prepara su reingreso en la vida normal, buscando una casa y un trabajo para ella y acude a verla por primera vez una semana antes de su puesta en libertad. El día que acude a la prisión para acompañarla en sus primeros momentos de libertad, un suceso inesperado conmociona su vida.

Schlink nos ha dejado una sorprendente y aterradora novela en la que cuestiones antagónicas como el amor y el horror se dan la mano de forma sorprendente a la vez que nos retrotraen a algunas de las heridas todavía abiertas de la historia reciente, que nos esforzamos por no aprender e ignorar, lo que es caldo de cultivo para que vuelva a repetirse. El autor pone a todas las generaciones de alemanes, y no alemanes, posteriores a la gran guerra en clara confrontación con sus fantasmas del pasado, provocando no pocas controversias sobre el modo de enfocar los sucesos, que realmente se tratan de una forma superficial y tangencial en la novela. El texto, justo y sin florituras, perturba y tensiona al lector y le obliga a posicionarse sobre unos hechos incomprensibles pero reales con un sinfín de preguntas de difícil respuesta.

Como hemos comentado, existe una película muy recomendable, en mi opinión para ver después de leer el libro, con el mismo título, interpretada magistralmente por Kate Winslet en el papel de Hanna, que obtuvo un Óscar de la academia norteamericana.

«Luchaba siempre, y había luchado siempre, no para mostrar a los demás de lo que era capaz, sino para ocultarles de qué no era capaz. Una vida cuyos avances eran enérgicas retiradas y cuyas victorias eran derrotas encubiertas»

«Imagínate que alguien se dirige a sabiendas hacia su perdición, y tú puedes salvarlo. ¿Lo salvarías? Imagínate una operación con un paciente que toma drogas que son incompatibles con la anestesia, pero se avergüenza de ser drogadicto y no quiere decírselo al anestesista. ¿Hablarías con el anestesista?»

miércoles, 30 de octubre de 2013

No todos moriréis, Antonio Jareño

@ajareno La disponibilidad de este libro en formato electrónico al exiguo precio de 0,89 euros para sus aproximadamente 340 páginas o 133.000 vocablos, amén de numerosas y positivas opiniones de lectores me hizo decidirme a iniciar su lectura. Confieso no ser aficionado a este tipo de lecturas, que se ha dado en llamar «de novela negra» porque al acabar la lectura siento como que he perdido el tiempo al no dedicarle a leer otro tipo de lecturas que me pueden aportar más conocimiento. Pero para gustos hay colores y la proliferación de libros de este corte de autores noveles como es el caso que nos ocupa deben de tener su hueco y por otro lado tampoco está de más darse un caprichito y pasar un rato entretenido, muy entrenido, sin comerse el «coco» con disquisiciones profundas. Antonio Jareño, profesor de filosofía de la Pública, hace su incursión en el mundo de la novela tras algunos relatos breves premiados en algunos concursos, según puede leerse en su página web. En esa misma página y por si tenemos alguna duda antes de decidirnos por la compra del libro a «tan alto precio», podemos descargar de forma libre los cinco primeros capítulos.

La historia es de las de «toma pan y moja». Andrés, un empleado de banca murciano a la búsqueda de unas extracciones monetarias de la cuenta de una anciana en un cajero automático, presencia una escena extraña a través de las cámaras de seguridad, en las que se aprecia como una persona es apuñalada pero sigue vivita y coleando. Al poco tiempo, el compañero y amigo que le ha mostrado las imágenes es asesinado. Paralelamente, un sacerdote de Yecla aprecia entre sus feligreses personas que ya estaban hacía muchos años y que deberían estar muertas. En otras partes del mundo, como Islandia y EE.UU. grupos de poderosos y una sociedad clandestina de médicos está buscando como lograr la inmortalidad. Todo este conglomerado entra en ebullición y acaba explotando en Berlín con espías que son espiados, tecnología punta, internet, «hackers» y toda la modernidad que nos podamos imaginar y más. Al empleado de banca y el cura murciano se les une en Berlín una doctora española en prácticas y entre los tres corren sus peripecias a una búsqueda que no tienen muy clara basada en el fondo en la teoría del «Judío Errante», que lleva dos mil años en este mundo y no morirá nunca. El propio autor resume en un momento el estado de la cuestión con los ingredientes de esta historia: «Una antigua carta, un vídeo, unos mártires, un asesinato, una empresa que vende juventud, un extraño prisionero que muere varias veces y que quizá sea el mismo que aparece y desaparece por las fotografías. Un sacerdote, un empleado de banca y una médico dando vueltas por Berlín perdidos en un laberinto en el que cada paso que daban parecía confundirlos más». Al final la historia avanza de forma vertiginosa con hechos que ocurren a toda velocidad en varias partes del mundo y que llevan a un final que no se puede desvelar para no quitar la magia al relato.

Insisto en que no soy «fan» de este tipo de novelas, pero esta me ha entretenido mucho. Las dosis de fantasía e inventiva están en su justa medida y hacen que el tejido de la historia sea plausible dentro de un orden. Y además bien escrita y sin faltas reseñables de ortografía para lo que parece una autopublicación del propio autor. Los saltos de la acción de un lugar a otro del mundo, la psicología de los personajes, la dinámica de la acción, las dosis de intriga y la ambientación histórica están muy conseguidos y permiten seguir el relato casi con ansia de llegar al desenlace. Mi consejo es que no se empiece a leer si no se quiere quedar enganchado y con ganas de acabarla cuanto antes. Yo, que intento ser muy «geek», he quedado sorprendido con algunas artimañas empleadas por los personajes en el uso de las tecnologías y teléfonos móviles que bueno es conocer, bien para emplearlas o bien para evitar que las empleen con uno. Por otro lado, aspectos humanos muy en boga hoy en día como el ansia de poder o el «cambio de chaqueta» entre otros están presentes en la novela e invitan a la reflexión personal. La acción en la salchichería berlinesa donde se encuentran todos para jugar al ratón y al gato está muy gratamente conseguida. Toda comparación es odiosa y más en términos inmedibles como la literatura, pero no tiene nada que envidiar a otras más famosas que han obtenido el respaldo mundial y que omito mencionar aunque están en la mente de todos. Me atrevo a pensar que con un buen guión resultaría una excelente y entretenida película. Mis felicitaciones al autor.

martes, 29 de octubre de 2013

Carta al general Franco, de Fernando Arrabal

Fernando Arrabal es una de las leyendas vivas de nuestro tiempo. A sus ochenta y un años, sigue activo con una clarividencia y una fuerza arrolladora que contagia a quienes le escuchan. Tuve oportunidad de estar presente en su intervención la pasada semana con motivo del «VI Getafe Negro» y quedé maravillado e impresionado de la viveza y profundidad de su comunicación. Nacido en Melilla en 1932, fue sorprendido a corta edad por el Alzamiento Nacional que le separó de su padre y que marcó su vida para siempre. En 1955 marchó a vivir a París. Considerado un muy buen escritor de teatro, su obra ha sido representada profusamente en todo el mundo y poco nada en la tierra que le vio nacer. Amigo de artistas ya desaparecidos de la talla de Dalí, Warhol, Kundera, Picasso, Topor, Breton… sigue deleitando a la audiencia con sus interesantísimas disertaciones sobre la «vida». Ha dirigido siete películas, incluido un premio Pasolini y publicado multitud de libros de todo tipo.

El libro que nos ocupa es en realidad un carta dirigida por el propio Arrabal al general Franco el dieciocho de marzo de mil novecientos setenta y uno, cuatro años antes de la muerte de la persona que regía los destinos de España desde treinta y cinco años antes. En ella muestra sus pensamientos en un tono conciliador y refleja hechos acontecidos en España a lo largo de tantos años tratando de tocar la fibra sensible del dictador. Son poco más de cien páginas con una letra enorme que se leen en un santiamén y que contienen ideas e informaciones interesantes sobre el pensamiento del autor en aquellas décadas. El mejor resumen pudieran ser una serie de frases entresacadas del texto que se reproducen más abajo. El veintinueve de febrero de mil novecientos setenta y seis, meses después de la muerte de Franco, el periódico «Arriba» definía a Fernando Arrabal como «indudablemente, el más prohibido de los prohibidos», pues figuraba en una exigua lista de cinco nombres junto a Carrillo, Pasionaria o Líster.

¡Cuánta ceniza, cuantas lágrimas, cuanta muerte lenta entre funerales de chatarra al son de campanas podridas!

Durante semanas, y meses, y años y ya sin la excusa de la guerra, en plena paz, el aparato represivo a sus órdenes siguió condenando y matando a miles de españoles…

En España sobran los justicieros armados hasta los dientes, los inquisidores, los jefes implacables que tienen razón y quieren imponerla a los demás, si es necesario, por el fuego y por la sangre.

Había que mentir, que vivir en el engaño, había que rezar y comulgar para conseguir una plaza de portero en un Ministerio o dar vivas a la Revolución Nacional Sindicalista para poder vender cigarrillos de mutilado en una plaza de Madrid.

La luz encarcelada y la ilusión destruida

Así se nos quiso meter en la cabeza: la religión, la patria, el franquismo, a «cristazo» limpio

Si nadie critica… ¿Cómo se puede progresar?

Le voy a decir algo triste: su España de hoy no solamente me quitó la salud, mi padre, mi lengua, sino que incluso me quita a menudo mis amigos, que dejan de verme o escribirme para no tener dificultades.


viernes, 25 de octubre de 2013

La historia de mi máquina de escribir, de Paul Auster.

La historia de mi máquina de escribir, Paul Auster.
Editoria Seix Barral, 2013.
Ilustraciones de Sam Messer.
Tapa dura.64 páginas.12,95 Euros.

            Utilizo el teclado de mi ordenador portátil Toshiba para escribir esta entrada sobre el libro de Paul Auster La historia de mi máquina de escribir, escrito por el autor –cómo no –con la misma máquina a la que se refiere el título y que encontramos retratada por Sam Messer en la portada: una Olympia
           

            En el año 2000, la Olympia y Auster cumplieron veintiséis años de relación, y si las cincuenta cintas que compró el escritor para la máquina, en su papelería de Brooklyn –preocupado por si se quedaba sin las cintas, por si se extinguían – le siguen durando, entonces cuando escribo este post, ellos llevan ya 39 años de convivencia. Una relación que se remonta al año 1974, cuando un antiguo compañero de la Facultad se la ofreció en un momento en el que Auster no tenía dinero para hacerse con una. Desde entonces la máquina de escribir Olympia le ha acompañado a todas partes, y ha seguido en pie sin apenas quejarse por nada (un gritito al arrancarle el hijo de Auster la palanca de retroceso del carro, cambios de cinta, alguna cicatriz, abolladuras…), y sobreviviendo a la llegada –que se quitó del medio a tantas y tantas máquinas de escribir –de los ordenadores. Yo empecé a  parecer un enemigo del progreso, el último pagano aferrado a las antiguas costumbres en un mundo de conversos digitales. p.28-29.


            Esta  Olympia podríamos decir que es una más de la familia –alguien más y no algo –gracias a los retratos que ha hecho de ella Sam Messer, que en cuanto la vio en la casa del escritor se enamoró. Unos retratos que luego le sirvieron a Auster para hacerse más consciente de ella. Nos cuenta: Los cuadros están ejecutados con brillantez, y me siento orgulloso de mi máquina de escribir por haberse constituido en tan valioso tema pictórico, pero al mismo tiempo Messer me ha obligado a ver de otro modo a mi vieja compañera. Aún me encuentro en pleno proceso de adaptación, pero, ahora, siempre que contemplo esos cuadros (tengo dos colgados en la pared del cuarto de estar), me resulta difícil pensar en mi máquina de escribir como un eso. Sin prisa pero sin pausa, eso se ha convertido en ella. p.42.


            Y mientras leemos la historia que ha escrito Auster sobre su vieja amiga y contemplamos las ilustraciones que la acompañan de Messer, empezamos a sentir que esa máquina tiene vida propia.

            Y nos acordamos de una frase de La montaña mágica de Thomas Mann: aquella pieza, que pasaba de generación en generación sin que el tiempo pasase por ella. Y se nos ocurre que quizá esa máquina –como la radio de mi abuela, o los cuatro pequeños volúmenes de El Quijote de mi abuelo –también pase de generación en generación; y seguramente nosotros nos iremos antes que esa radio, que ese Quijote, y que esa máquina de escribir que seguirá ahí cuando ya no estemos, aunque no sabemos si sirviendo con sus teclas para contar otras historias o bien observando toda silenciosa desde algún desconocido lugar. 

            Pero sí –y discúlpenme esta debilidad –a veces una cree que ellos tienen vida propia.

Patricia L.D.

Paul Auster ya ha sido reseñado en más de una ocasión así que no necesita presentación.

Sam Messer ha expuesto sus pinturas desde 1983. Sus obras se encuentran en numerosos museos y colecciones privadas de todo el mundo, entre ellos el Museo Whitney de Arte Americano y el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. Su libro anterior, One Man By Himself: Portraits of John Serl, fue publicado por Hard Press en 1995. Vive en Santa Mónica, California, con su hija, y enseña en la Universidad de Yale.