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viernes, 14 de septiembre de 2012

Señores niños, Daniel Pennac



PUNTUACIÓN 3/5


El argumento o disculpa de la novela podría resumirse en una trivial anécdota escolar.
Tres alumnos Joseph Pritsky, Nourdine Kader y Igor Laforgue, son sorprendidos por el profesor de literatura el señor Crastaing  mientras trafican con una caricatura del maestro. El mensaje que reza en el dibujo expresivo y punible: ¡Crastaing cabrón, irás al paredón¡. El educador tras una diatriba académica y retórica, muy de su gusto y estilo, en la que impera este mensaje "la imaginación no es la mentira,  dicta sentencia y castiga a los tres transgresores a realizar un trabajo extraescolar. Una redacción con el siguiente contenido:
 

TEMA: DESPIERTA USTED CIERTA MAÑANA Y COMPRUEBA QUE, POR LA NOCHE, SE HA TRANSFORMADO EN ADULTO. ENLOQUECIDO, CORRE A LA HABITACIÓN DE SUS PADRES. SE HAN TRANSFORMADO EN NIÑOS. CUENTEN LA CONTINUACIÓN.
 
Los muchachos contrariados lamentan su mala fortuna y llegan a sus hogares respectivos. Este es el momento utilizado por el autor Daniel Pennac, para describir a los familiares de estos alumnos, que se convertirán en los protagonistas de la novela.
Joseph Pritsky, un muchacho frágil y emocional, cuyos padres están condicionados por su distinta religión, la madre, Moume, judía y entusiasta, el padre, Pope, católico, con una marcada tendencia a la depresión y eludir responsabilidades, como su hijo;
Nourdine Kader, un preadolescente, magrebí, medio moro de segunda generación, demasiado maduro para su edad, cuya madre abandonó el hogar tras fugarse con el cartero. Su padre, antiguo taxista, que vendió el vehículo para recluirse en el sótano de la casa y en un mutismo radical, para dedicarse a pintar paisajes de mares y soles las paredes del lugar de su encierro. Mientras, su hermana Rachida, mantiene la intendencia de la casa, además de un duro trabajo, en un titánico esfuerzo, por integrarse social y profesionalmente;
 Igor Laforgue, huérfano de padre por un error médico injustificable, precipitadamente desarrollado asumiendo las tareas del hogar y luchando por rescatar a su madre de los promiscuos encuentros con otros hombres para mitigar la insustituible pérdida de su marido, un individuo carismático y creativo, irreemplazable en su corazón y vida.
 Cada familiar cuando conoce los términos del castigo en forma de redacción, auxilia a los hijos de distinta forma: Joseph Pritsky, acude al álbum familiar de fotografías; Nourdine Kader se sirve de los recuerdos dispersos en su memoria; Igor Laforgue, visualiza un video junto a su madre, una escena en la playa donde emerge del mar su fallecido padre bromeado y parodiando a Neptuno.
 Mientras los preadolescentes elucubran la  forma y contenido de la redacción del castigo escolar se duermen.
 
Amanece un nuevo día.
 Pero la redacción, el supuesto ejercicio literario, se convierte en realidad, y despiertan con cuerpos de hechuras de adultos, con treinta años a sus espaldas. Y sus padres, ahora, tienen la edad y los cuerpos de niños de las fotografías del album familiar. Desde ese instante el relato se precipita en un peregrinar caótico  por el Barrio parisino de Belleville, con niños convertidos en padres y adultos reducidos a pueriles infantes a merced de sus ahora inexpertos y angustiados padres.
Toda la novela consiste en el consciente absurdo del trabajo académico, ahora profecía consumada, y una búsqueda esperpéntica . Los personajes deben adaptarse a sus nuevos roles y apariencias, a relacionarse entre ellos conforme los nuevos continentes de sus cuerpos y responsabilidades. Deben de acostumbrarse a la nueva situación y tender lazos a nuevos imprevistos. El objetivo es encontrar al profesor Crastaing y solicitar el auxilio, la solución y salida de la situación.
Una interesante novela que plantea preguntas sobre la educación, los conflictos generacionales, la dureza de la vida y las relaciones personales, y que hace reflexionar sobre todas estas cuestiones, y en la que subyace la máxima del profesor Crastaing, a la que me suscribo:"la imaginación no es la mentira".

2 comentarios:

  1. Sin haber leído previamente esta reseña, he leido esta novela, completamente, como una "obligación" del club de lectura. Si no hubiera sido por esta (relativa) imposición, la habría dejado a un lado en sus páginas iniciales: no me enteraba de nada, ni de los personajes, ni de la trama, el avance en su texto se me ha hecho cuesta arriba hasta el final.
    Ahora, habiendo leído esta magnífica reseña de Javier Lee, la cosa toma otro cariz, pero no me desdigo de que la novela, para mí, es infumable. No se la recomendaría ni a mi peor enemigo. Los personajes y las situaciones descritas no ayudan al lector, aun lector como yo, a hacerse una idea general de la trama y ni siquiera disfruta de los textos, de las situaciones, del trasfondo de la obra.
    Toda obra o autor tiene sus "resplandores", pero yo no se los he encontrado, lo siento. He sufrido lo indecible con ella por no dejarla.

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  2. Beth es muy miedosa y en la escuela la asustan con frecuencia. En Halloween decide llevar una máscara aterradora para vengarse de aquellos que se burlaron de ella.

    R. L. Stine reflexiona en La máscara maldita sobre el monstruo que hay conpeht.net/que-fue-el-siglo-de-oro-espanol/

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