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lunes, 6 de febrero de 2012

1984, George Orwell

Hay libros de los que es necesario conocer algo relativo a ellos antes de acometer su lectura. Sin duda este es uno de ellos. El dato fundamental del que tener conciencia es su fecha de publicación: 1949. Su autor Eric Blair, conocido por su seudónimo literario de George Orwell, concibió esta novela cuando estaba próxima su muerte por tuberculosis a la edad de 46 años. Es una novela de las llamada de anticipación donde se propone una visión futura del mundo, a treinta y cinco años vista, en la que los ciudadanos son meras marionetas tuteladas por el estado en todos sus aspectos, tanto físicos como de sus conciencias, interviniendo hasta las esfera íntima de las emociones. Otras novelas de este autor son “Rebelión en la Granja” y “Subir a por Aires”. “1984” tuvo problemas en los primeros tiempos para su publicación en España debido a la censura y estuvo muchos años publicada con algunos textos mutilados, especialmente los que se referían al sexo y que yo, con mi mentalidad actual, no he sabido encontrar o me parecen de lo más normal .El desarrollo de cualquier tipo de vida privada está prohibido y todo lo que el estado no pueda controlar es potencialmente peligroso y debe ser erradicado.

Existen en el mundo tres potencias en continua guerra. Una de ellas es la de Oceanía a la que pertenece el protagonista, Winston Smith, empleado del Ministerio de la Verdad que se encarga de reescribir el pasado. Winston se rebela contra un ambiente aterrador y una vigilancia constante del partido dominante en el poder. Retratos del “Gran Hermano” , tele pantallas, micrófonos por todos lados y hasta un neo lenguaje recuerdan que solo se puede vivir amando los ideales propuestos y no cruzando en ningún momento las líneas definidas por el partido en el poder. O’Brien es el misterioso miembro del partido que da cuerda a Winston en sus prolegómenos cuando le plantea sus dudas y sus intentos de rebelión y pretendiendo ayudarlo le conduce a la más aterradora de las torturas, que culmina en la famosa habitación 101, en la que existe algo aterrador, adaptado a cada persona, que este no podrá soportar.

Las consignas son claras, directas y al mismo tiempo contradictorias: “LA GUERRA ES LA PAZ”, “LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD”, “LA IGNORANCIA ES LA FUERZA”. Los intereses del partido en el poder priman por encima de todo, llegando a anular el pasado, como por ejemplo eliminando o reescribiendo los libros que sean necesarios La novela es inquietante y cobra vigencia en la sociedad actual en la que, si bien de forma no tan global, muchos ciudadanos en estos principios del siglo XXI hablan de prácticas “Gran Hermano” en las relaciones sociales y las intervenciones políticas de los gobiernos actuales, donde el ciudadano elemental no cuenta o cuenta muy poco en beneficio de los grandes intereses diseñados por entes como los mercados o similares.

Los planteamientos eran descabellados para la época en que fueron realizados pero el paso del tiempo los ha ido dando forma hasta hacer parecer que son posibles y que algunos de ellos están teniendo lugar, al menos, de forma selectiva o parcial. Las situaciones cobran sentido y, en algunos casos, mucho sentido. En las mismas palabras del propio autor, es una llamada de atención para ponernos en guardia contra cualquier especie de totalitarismo. Aunque en algunos momentos su lectura resulta pesada, especialmente los apéndices sobre neo lenguaje si es que los leemos, es en mi opinión, una obra de culto y de obligada lectura.

2 comentarios:

  1. Una obra maestra, sin lugar a dudas. Más vigente que nunca en estos oscuros tiempos que corren: China, Siria, Libia son sólo ejemplos lejanos con un dictador claramente identificado. Lo terrible es que también nosotros vivimos en 1984, solo que El Gran Hermano es Google y es el BBVA.

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  2. Otro libro que tenía pendiente de re-leer. Al revisar el comentario referente a la censura he comparado por encima una versión que tengo en papel de 1981 (tercera edición de destinolibro, la primera de 1952) y he encontrado este párrafo:

    En la de papel: Esta canción conservaba su popularidad. Se oía por todas partes. Julia se despertó.
    En una versión más reciente: Esta canción conservaba su popularidad. Se oía por todas partes. Había sobrevivido a la Canción del Odio. Julia se despertó al oírla, se estiró con lujuria y se levantó.

    Obra maestra en cualquiera de los casos, pero ¡qué patético el trabajo de aquellos censores!

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