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domingo, 25 de agosto de 2013

La verdad sobre el caso Harry Quebert, Joël Dicker

Me estaba resistiendo a que Nola Kellergan me mantuviera en vilo durante unos cuantos días que invirtiera en leer este libro, que esté en boca de todos desde no hace mucho. Me dio por asomarme a sus páginas iniciales y ya no he podido parar hasta finalizarlo. El autor, Joël Dicker, es un suizo de 28 años que hacía más o menos lo mismo que otros escritores hasta que alcanzan su consagración: trabajar en otra cosa para ganarse el sustento, en este caso en el parlamento de Ginebra. De padre profesor y madre librera, libros por todos lados desde su nacimiento, defiende con uñas y dientes el libro en papel y con ello en Francia no se ha editado en digital a pesar del millón de ejemplares vendidos. Ha sido galardonado con el premio Goncourt des Lycéens, el premio por antonomasia de novela de la Academia Francesa y el premio Lire a la mejor novela en lengua francesa. Su traducción a treinta y tres idiomas por el momento y en un muy corto espacio de tiempo le convierte en el nuevo fenómeno literario mundial.

Un libro dentro de un libro que a su vez está dentro de otro libro. Varias fechas, 1975, 1998 y 2008, y varios protagonistas entre los que destaca la rubia jovencita de 15 años, Nola Kellergan, hija de un pastor que se enamora locamente de un escritor solterón de 34 años, Harry Quebert, que a su vez es profesor de Marcus Goldman, otro escritor que ha alcanzado la fama y los dineros por un libro que se ha puesto de moda. Intentando escribir su segundo libro, presionado por su editor, sufre un bloqueo permanente, un síndrome de la “página en blanco” siendo incapaz de encadenar dos frases, por lo que se pone en contacto con su antiguo profesor para que le eche una mano. Nola había desaparecido en 1975 y su cadáver es encontrado treinta tres años después en la propiedad de Harry, que es acusado de asesinato y llevado a la cárcel. Marcus acude a la localidad e investiga para ayudar a su profesor y esto se convierte en la base de su nuevo libro, que es bien visto por el editor, que filtra a la prensa noticias que complican la vida del propio Marcus y sus pesquisas, que sacan a la luz episodios desconocidos que involucran a conocidos personajes de la tranquila y supuesta ciudad de Aurora, donde se desarrolla la acción, y que cambian de un día para otro la óptica de los acontecimientos. El camino hasta llegar a la verdad es largo y tortuoso y solo se conocerá cuando hayamos devorado los ciento ochenta mil vocablos con los que cuenta esta excelente novela, o seiscientas setenta y dos páginas en papel. En el final de la novela, con continuos cambios de fechas adelante y atrás, nada es lo que parece y el papel de asesino treinta y tres años atrás cambia de personaje a una velocidad de vértigo.

No creo que esta novela pase a los anales de la literatura universal, como otras parecidas en fama y propaganda de los últimos tiempos. Pero tengo que reconocerla un valor fundamental: su capacidad de captar al lector, de engancharle. Como mencionaba, pensaba leer solo un poco del principio para ver de qué iba la cosa y con la intención firme y premeditada de abandonar en un pis pas y dejarlo para más adelante. Pero no he podido resistirme a continuar, entre sorprendido y cautivado por la trama y su desarrollo. Como novela de entretenimiento está muy bien, porque se lee con mucha facilidad, en un lenguaje claro y comprensible, que permite llevar bien controlados los sucesos y los personajes a pesar de sus continuos cambios en el tiempo. Quizá haya demasiadas repeticiones de sucesos contados una y otra vez --- la música del reverendo Kellergan, padre de Nola, debía de estar alta y bien alta mientras reparaba en su garaje una Harley Davidson ---. Sin embargo no aburre a pesar de su tamaño y su trepidante final, donde nada es lo que parece, procurará un buen rato de entretenimiento.

A modo de chascarrillo y es que a veces me ocurre, no he conseguido aprenderme y leer bien el nombre de un personaje de la novela: Gahalowood, el sargento de la policía estatal que ayuda a Marcus en sus investigaciones, y eso que aparece 274 veces. Hay nombres que se atragantan. En el final de la novela se la describe, supongo que por la editorial, como un cruce entre Larsson, Nabokov y Philip Roth, lo que se me antoja un poco pretencioso, si no por Larsson si por los otros dos. Por momentos y por la ambientación, me ha recordado “Las uvas de la ira” de John Steinbeck, pero sin intentar establecer comparaciones, que ya se sabe que son odiosas.

2 comentarios:

  1. Gracias, otra vez más, por esta completa reseña, pues como bien dices la novela está en boca de todos, motivo para escamarse y sospechar de la manida manipulación editorial.
    Según comentas es prometedora y cumple con la ortodoxia de la novela policiaca al mantener el clímax argumental hasta el final. No se sí me atreveré con ella pues novelas de género que trasvasen las 400 páginas me parecen un exceso en cuanto al derroche de tiempo. Tantas horas de lectura solo se las reservó a grandes como clásicos o intocables como Follett.
    Me tienta más ponerme otra vez con Las uvas de la ira reseñada no hace mucho por ti.
    Un saludo.

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  2. Hace unos días me recomendaron este libro:-) Y lo hicieron con gran entusiasmo. Me alegra verlo por aquí, no se le escapa al blog ni uno!! Gracias por la reseña. Ángel Luis.
    Un abrazo a todos,
    Patricia

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