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martes, 6 de noviembre de 2012

Wilt, de Tom Sharpe.


Wilt, de Tom Sharpe
Anagrama, 1990
254 páginas


El problema no ha sido Henry Wilt, el personaje creado por Tom Sharpe que además de formar parte de esta historia titulada Wilt, también lo hizo en Las tribulaciones de Wilt, Ánimo Wilt, Wilt no se aclara, y por si no tuviésemos suficiente Wilt, otro más: La herencia de Wilt. El problema tampoco ha sido su esposa Eva, mujer hiperactiva, excesiva en todo y adicta a cientos de cursos: cerámica, baile oriental, judo, meditación trascendental, etc., etc.

            Tampoco los pensamientos de Wilt acerca de cómo matarla, de imaginarse  una vida sin ella después de doce años de matrimonio; ni su falta de decisión, ni sus diez años de profesor auxiliar en la Escuela de Artes y Oficios. Tampoco su existencia anodina, su aburrimiento, su deprimente rutina. ¿Quizá Judy, la mujer de plástico hinchada a mayor presión de lo normal? No. Ni la fiesta en una casa del vecindario, ni la vecina con cerebro de cacahuete y cientos de pájaros revoloteando en su cabeza, ni los obreros que se encuentran a la muñeca hinchable asesinada en su obra. ¿Pero acaso se puede asesinar a un trozo de plástico? Y es aquí, en este momento, cuando también  entra en juego la policía y sus pesquisas, tan poco acertadas ellas;  y una mitad –Wilt –se quedará ahí, entre los cotilleos y tejemanejes de la Escuela, la comisaría, el ajetreo en las obras con la pobre muñeca Judy enterrada en hormigón, sometido a un sinfín de interrogatorios, mientras la otra mitad –Eva –muerta aparentemente, presencia fantasmal para algún que otro cura, tomará un barco con una pareja que la deslumbrará al principio hasta que finalmente escape espantada de los dos: Sally, a quien le gusta la Terapia Táctil y Gaskell, que se divierte con juegos y juguetes infantiles.

            Y según vamos leyendo, iremos pasando de un enredo a otro. Y seguramente al final, el señor Wilt saque algo de todo esto. Y seguramente la señora Wilt también. ¿Pero qué sacamos nosotros, los lectores? Como mucho, pasar un rato un poco divertido. Más allá, y este sí es el problema: NADA.

            Me acordé de Lars y una chica de verdad (2007). Por si les gustan las historias con mujeres de plástico hinchadas a mayor presión de lo normal. Ahí si encuentro a personajes de verdad, aunque uno sea de plástico.
Lars y una chica de verdad (2007), de Craig Gillespie


Patricia L.

Nota: sería injusto no decir que con quince o dieciséis años Wilt sí me pareció entretenido y me arrancó más de una sonrisa. Supongo que mis gustos han ido cambiando y pido a una historia más que una sucesión de enredos; o sencillamente, que este libro no aguanta bien una relectura.

8 comentarios:

  1. No, Patricia, Wilt, a mi tampoco me ha gustado. Insulso en determinados momentos, anodino y tedioso los más, si bien, reconozco, que en contados y escasos instantes me produjo una hilaridad enfermiza y contagiosa y me atrapó el histrionismo de alguna de sus páginas y diálogos.
    No es un libro mal escrito, ni mal estructurado, pero el balance me ha dejado insatisfecho e indiferente y creo que no me acercaré a ningún otro libro de la saga, pero no movido por el prejuicio. Simplemente, creo que hay libros más interesantes, incluso más graciosos y esperpénticos que este.
    Esa es la única explicación.
    Pero, hoy he comprobado que el humor es un detonante de contexto.
    Y las escenas que en la soledad de la lectura me parecían meramente cómicas o extravagantes, consiguieron desatarme unas carcajadas en el "Club de Lectura Sinfonía de libros", que me llevo como un regalo impagable y deliciosos de todos los miembros de la tertulia.
    Gracias y disculpad si en algún momento estuve irreverente o pesado con mis severas carcajadas.

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  2. Tanto la reseña de Patricia como el comentario de Javier se han mostrado, a mi juicio, excesivamente críticos con este libro, pero ya se sabe, para gustos hay colores. Aún reconociendo que no es una obra literaria de renombre, hacía tiempo que no me reía a mandíbula batiente con la lectura de un libro, incluso en el transporte público donde hasta la viajera de al lado me llegó a preguntar qué libro estaba leyendo, dado que al hacerlo en mi e-reader, por mucho que mirase no podría saber de que libro se trataba.
    Yo no me acerqué a este libro con ninguna idea preconcebida y aunque tiene altibajos en su desarrollo, me ha parecido una lectura para pasar un buen rato, a veces muy divertido. Los primeros momentos de la detención de Wilt y su interrogatorio por el inspector Flint me han parecido de cierta profundidad psicológica, ya digo, los primeros compases.
    No me ha costado ningún trabajo leerla y aunque hay otras cosas mucho más interesantes en las que emplear el exiguo tiempo de lectura del que dispongo, me alegro de haberla tenido que leer "por obligación del club de lectura".
    Y no dejo de reconocer que cuando tenga alguna época de esas serias me detendré en la lectura de otro libro de la saga con la intención simple de pasar un buen rato, sin más.
    Tengo la opinión de que las siestas son una pérdida de tiempo, pero de vez en cuando alguna viene muy bien.

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  3. Gracias a los dos por vuestros comentarios, que además nos confirman lo que Angel Luis nos dice en el suyo: "para gustos, los colores". Aunque en la relectura el libro se me cayese de las manos, me lo he pasado muy bien en el club de lectura, y de irreverente nada, Javier, que está muy bien reírse a carcajada limpia de vez en cuando. Lo raro es que no nos hayan preguntado los chicos que estaban estudiando por ese libro que tantas risas ha sacado en la sesión de hoy, como le pasó a Angel Luis con la señora que viajaba en el autobús.
    Me gusta que haya diversidad de opiniones, porque esto no es una ciencia exacta. Ni falta que hace. Y me encanta que un libro consiga hacer reír a tantas personas (aunque otros veamos la gracia más si se sacan de contexto algunas escenas, como apunta Javier).
    Me he acordado luego de David Lodge. Un escritor que me hizo reír y además, sus historias me gustan mucho más que las de Tom Sharpe.
    De nuevo, gracias a los dos y...
    ¡A leer que son 2 días!
    Patricia

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  4. Patricia, yo entro en el grupo de los que la novela de Wilt bien vale ser leída: para reír, para olvidar penas, para hacer una pausa entre novelas o libros más serios, para hacer un guiño a tanta seriedad que nos rodea. Me reí a carcajadas (lo cual siempre le agradezco al escritor que es capaz de conseguir eso), aunque utilice un humor fácil o absurdo.
    Saludos.
    Consuelo

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  5. Hace muchos años (cuando se puso de moda) intenté leerlo y no fui capaz

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  6. Hola Consuelo, hola Viajera Sin Descanso. Muchas gracias por los comentarios. Estoy de acuerdo, se agradece de vez en cuando un paréntesis entre lecturas y lecturas; un libro que nos haga pasar un buen rato sin más. Y por cierto, eso no desmerece ni mucho menos un libro, ni una película. No obstante, el problema que tuve con "Wilt" es que la historia no me interesó. Pero insisto, que un escritor consiga que tantos lectores se rían leyendo un libro suyo (o muchos otros, si no, no se entendería esta saga) me parece una maravilla.
    Un abrazo a las dos,
    Patricia

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  7. Te comento que no continué con la saga tras leer la segunda parte... también más de lo mismo cansa.

    Otro abrazo.

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    Respuestas
    1. Yo no seguí leyendo -después de la primera lectura que hice de Wilt- ninguno de esos libros, pero sí "Vicios ancestrales" y "La gran pesquisa". Sólo recuerdo que eran entretenidos.
      Patricia

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